Admitamos como hipótesis plausible la de que haya veinte millones de musulmanes con ganas de irse de su país, y que Europa los necesite para sostener las pensiones de una población envejecida, como ha dicho Felipe González en Asturias. Admitámoslo como hipótesis. Ahora bien, ¿son sólo veinte millones los que querrían migrar a Europa, o son 2.000 millones, ya sean musulmanes, animistas, hinduistas, budistas o cristianos? El problema siempre será poner un límite a la emigración, y luego hacer que se cumpla, lo que de nuevo nos lleva al asunto de la frontera, con muro o sin muro, de los guardias de frontera, de los que arriesgan su vida para sortearla, etcétera. Y la única solución será también siempre la de ayudar de veras a mejorar las condiciones de vida de los países de procedencia, dándoles parte de lo que tenemos antes de que los 2.000 millones se sientan apremiados a venir a por ello.