Aplicados los principios Moragas, descartados los principios Arriola, nuestro presidente del Fobierno de España, don Mariano Rajoy Brey, licenciado en Derecho por la universidad de Santiago de Compostela „entonces vistiendo loden y zapatos castellanos„ decidió darse un baño en algunos ríos galaicos y una pequeña inmersión de masas afines, como la de los panes gallegos, incluido el de Cea. Es más, se prodigó en declaraciones tan espontáneas como preparadas, aquí y acullá, paseó por corredoiras y senderos, de forma espástica para no perder la costumbre, y se nos fue a Alemania, a seguir paseando, en un remedo de Forrest Gumb o de Martín Fiz, no sé muy bien. Todo estaba resultando demasiado perfecto por la tranquilidad, por la normalidad del ambiente, por la recuperación de una espontaneidad nunca poseída, por otra parte, pero ahora parecía que felizmente rescatada de no sé qué baúl.

Moragas sí lo sabrá. Hasta el día de San Ramón, en un indirecto homenaje a Valle-Inclán „que comía en el mismo restaurante de Santiago que comería Rajoy casi cuatro décadas después, El Asesino„, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Saenz de Santamaría, se presentó en la cadena SER, a las nueve de la mañana, 31 de agosto de 2015, lunes, y se dejó entrevistar por Pepa Bueno en su estreno de temporada. Hasta a mí me engañó: «Será verdad que quieren ganar las elecciones, recuperar el centro y esas cosas». Doña Soraya estuvo muy bien, aguantó preguntas difíciles, supo torear, no dio muestras de enfado en ningún momento, como suelen hacer sus amigas Aguirre y Cospedal cuando van a la misma emisora. Todo perfecto.

Pero nos habíamos olvidado de algo esencial. Rajoy es previsible, no espontáneo y, como tal, nunca decepciona. Y ante la pregunta «qué se puede hacer con el dichoso asunto catalán que tanto hemos embrollado desde el recurso de inconstitucionalidad del Estatuto aprobado por los catalanes hasta la actual negación de la política», la respuesta fue «hay que montarla gorda». Y vaya si la están montando. Es probable que con la ampliación de poderes del Constitucional, o lo que sea, y la presencia del pérfido Albiol en la reunión del grupo popular del Congreso de los Diputados, los independentistas catalanes hayan subido cinco puntos en intención de voto.

Pobre Moragas, después de tantas cataplasmas de verano, y empezamos setiembre así. La vida no es justa con los bienintencionados.