La actual presidenta del PP madrileño, Espe Aguirre, anda en boca de todos estas semanas, cual 'reality show', como estrella mediática. Aparece y desaparece de las pantallas televisivas y de los medios de comunicación con sus chorradas dialécticas y sus engañosos silencios.

No merece mucho la pena hablar de ella, de sus actuales gestiones municipales como concejala de la oposición en el ayuntamiento de Madrid, porque no es ya casi nadie ni dice ni hace nada, en 'sus estertores como lideresa'. Solo se dedica a enredar y a medrar. Pero el PP, digamos Rajoy, la deja maniobrar, siempre que ataque con uñas y dientes a los sociatas de Pedro Sánchez y a los podemitas de Pablo Iglesias. Estamos ya en precampaña para las generales y la labor de Aguirre es buena para el PP, por eso le deja meter, de vez en cuando, el dedo derecho en el ojo izquierdo de la oposición.

Aguirre, sin embargo, cómo se las gasta: no da explicaciones ni asume sus responsabilidades políticas de pésima gestión en la Comunidad. No las admite ni en su relación con políticos y empresarios de la trama corrupta de la Púnica; ni incluso en su vínculo con el despilfarro de millones de euros de fondos públicos en la Ciudad de la Justicia. En este proyecto megalómano del Campus Judicial hubo contratos solo para jefes -sin trabajadores- y con claros indicios de mamandurrias, amiguismo y nepotismo. Ella, asegura, no tiene conocimiento de ello. Tampoco sabe nada de esa corrupción pepera, siendo su presidenta autonómica y del partido en Madrid. Ni conoce ni se entera. Eso sí, está predispuesta a malmeter patrocinando otro tamayazo como el del 2003 para echar a Carmena de la Alcaldía de Madrid. Adalid del cinismo, le ofrece el bastón de mando del Consistorio madrileño a la actual concejala de C´s, Begoña Villacís. Y reclama, como cómplice tránsfuga, el voto del exportavoz municipal socialista, Carmona, para fastidiar a Carmena. Sin embargo, en este batiburrillo de ideas que tiene en la cabeza, a veces se lía y lo dice al revés: pactar con Carmena para jorobar a Carmona. Hasta el edil afectado se mofa de ella: «La contrataré como taquillera del Circo del Sol».

Tal caos tiene en su noble cerebro que defiende posturas contrarias a la estrategia del Partido Popular. Aguirre está más cerca de una derecha rancia ultraconservadora -nada moderada, o sea, radical-, que de la famosa centralidad del PP que proclama Rajoy. Viendo como actúa y habla la presidenta del PP madrileño, ahora y en el pasado, no nos extrañamos que el Partido de Pablo Iglesias le apodara «la condesa de sangre azul, condesa de la corrupción, ladrona, gentuza, casta», como lo hicieron en los mítines de las pasadas elecciones municipales.

No estaría de más que los cuatro jinetes del apocalipsis rajoniano, con su jefe asesor electoral al mando, le hagan una visita oficial y le marquen el dictado de lo que ella debe hacer y decir de aquí a diciembre. Aunque, conociendo a Aguirre, creemos que será tarea muy ardua la de Moragas y sus cuatro voceros, Casado, Maíllo, Maroto y Levy. El presidente Rajoy y la ministra Báñez han afirmado que van a crear veinte millones de empleos en la próxima legislatura, y Montoro dice que bajará más impuestos y el IRPF, si ganan las elecciones. De casta le viene al galgo, por eso posiblemente, Espe Aguirre remate su faena mediática apareciendo en los platós, micrófono en mano, y diga que ella hará mucho más. Aguirre, ganen o no, creará aún más puestos de trabajo que ellos y bajará más los cargas fiscales que el ministro de Hacienda, que para eso es aún la presidenta del PP, en Madrid.

Por lo visto y oído, según los deseos de Aguirre, a Mariano Rajoy le quedan, como presidente del Gobierno, tres telediarios y dos pases de publicidad. Ahí la tenemos, en su más puro estilo, Aguirre for president, y no Rajoy, como regalo de Navidad. Aunque, si no es mucho pedir a los Reyes Magos o a Papá Noel: no nos obsequien con ninguno de los dos, por favor.