Haciendo bueno el dicho de que «para lo malo no hay límite», el nuevo presidente de Castilla La Mancha, García-Page, desata otra vez la 'guerra del agua', pero esta vez con mayor virulencia que sus antecesores, pues define, en su ignorancia o malicia, al Trasvase Tajo-Segura como una obra faraónica de Franco. La verdad es que en esta 'guerra del agua' falta cabeza y sobra ofuscación; porque la solución definitiva debe pasar por la generosidad y la humildad para buscar una solución que satisfaga las necesidades de las dos cuencas. Es posible y la tuvimos en la mano, pero se dejó escapar por la avaricia de políticos que han amoldado el sistema a sus intereses, sumergiendo esta reciente democracia en una maraña de corrupción.

El despropósito lo empezó José Bono apenas iniciada la transición a la democracia. No tuvo ni el más mínimo rubor en falsear la historia con tal de afianzarse como caudillo del trozo de España que le había tocado. Cambió la historia de la política hidrológica del PSOE haciéndoles creer a todos sus colegas, y por extensión a toda España, que el Trasvase Tajo-Segura era una obra faraónica del dictador Franco, y por tanto, algo contra lo que había que luchar.

Bono sabía perfectamente que no era cierto, sin embargo su mensaje antitrasvasista -que le sirvió para mantenerse todo el tiempo que quiso como presidente de su cortijo- ha calado tanto en el pensamiento nacional, que ahora el sentimiento de insolidaridad que inunda España es casi tan grande como el de la envidia, y además, dejando como estela la idea de que Franco fue el responsable de la planificación hidrológica nacional.

Pero nada más falso, porque fue el socialista Indalecio Prieto, en su periodo como ministro de Obras Públicas, el que impulsó dicha planificación en 1933, que ha quedado para la historia en el Plan Nacional de Obras Hidráulicas, en el que ya se contempla, y con una precisión casi definitiva, lo que años después sería el Trasvase Tajo-Segura. También en aquella época se construyeron en Murcia los pantanos de La Fuensanta y Camarillas, se trabajó en la construcción de los Canales del Taibilla y se proyectó e inició la construcción del pantano del Cenajo. Franco terminó, afortunadamente, lo que inició la II República.

De 'lectura obligada' debía de ser en las filas socialistas -y en especial para García-Page y sus acólitos- el documento que Indalecio Prieto envió a las Cortes como presentación de su Plan Nacional, y del que pongo solo un extracto: «Es aspiración del ministro firmante que este magno problema atraiga la atención de la opinión pública y de que converjan hacia él los juicios luminosos del mayor número posible de órganos directores de la economía y de la ciencia españolas, porque nada más lamentablemente estéril que atalayarlo desde el mezquino montículo que puede levantar la bandería política.

Estamos ante una obra nacional para cuyo ordenado acometimiento se necesita la patriótica cooperación de todos». ¡Ahí es nada! Está claro que el espíritu político de don Indalecio Prieto distaba muchas leguas del que muestran los barones socialistas de nuestra democracia. Por eso, no se vislumbra que resolver el problema de la sequía estructural del Levante tenga una solución fácil dentro de esta España bipartidista, donde cada vez más se abunda en la 'asimetría' de las distintas autonomías que conforman el Estado, y en las que cada barón-jefe de cortijo se permite arengar a sus votantes con consignas contrarias a las que defienden sus colegas en el cortijo de al lado, o incluso de las que dicta su propio partido. Todo vale con tal de conseguir un puesto que le permita vivir de la política. ¡Y lo peor es que aquí todo cuela!

Solo un partido que defienda la igualdad entre todos los españoles, y que trabaje en la planificación de los recursos nacionales como un todo, podrá llevar a cabo alguna vez obras de este tipo. Otros políticos, en otras épocas, así lo entendieron; y en la actualidad Unión Progreso y Democracia es el único partido que defiende, desde su formación en 2007, un Plan Hidrológico Nacional que vertebre las necesidades de todas las comunidades autónomas, sin quebrantar los intereses de cada una de ellas ni las necesidades medioambientales de los cauces afectados. En UPyD sabemos que es posible y cómo hacerlo.

Y del Partido Popular, esos que después de ganar dos elecciones consecutivas con el 'Agua para Todos', que cuando han tenido una mayoría absolutísima no han movido un dedo por hacer un PHN, y que ahora invocan un pacto de no sé qué; de esos para qué vamos a hablar.