Desde que ganara las elecciones griegas en enero de este año, toda Europa está pendiente de Syriza. El inefable Tsipras ha sido el protagonista de una película tan real como la vida misma „¿o es al revés?„. Al principio la pareja que formaba con Varoufakis parecían Robert Redford y Paul Newman en Dos hombres y un destino. Pero la dirección de la película la lleva otra pareja: Angela Merkel y el ´feo´ de W. Shauble, si bien su performance era un tanto más incógnita, pues interpretan el filme 3.10´ a Yuma, por el plazo que tenían para subir a Grecia al tren del euro.

Las reuniones del eurogrupo eran en realidad un frontón, donde por más fuerte que le diera Tsipras o el mismo Varoufakis, a quien Shauble no le llega en sus conocimientos sobre economía al talón de Aquiles (el alemán es de formación jurídica), la pared devuelve todas las pelotas. Para unos el malo es Shauble, mientras que para otros es Tsipras, por su pasado comunista. Al fin de casi un siglo, Europa tiene más miedo al comunismo del que Alemania tenía al nazismo. No sé si Tsipras es realmente un comunista, o simplemente hace honor a sus antepasados y tiene la versatilidad de Alcibíades, que siendo un ateniense de abolengo „sobrino del mismísimo Pericles„, no tuvo el más mínimo reparo en servir a todos los enconados enemigos de su polis, ya fueran los belicosos espartanos, en plena Guerra del Peloponeso, o los engreídos aureolados persas, antes de volver de nuevo a Atenas, de la que luego volvió a ser exiliado. Todavía no entiendo si lo de nuestro contemporáneo es la tragedia o es pura comedia. Por el bien de Grecia y por el suyo propio, espero que no acabe como aquél.

Le reconozco una habilidad política encomiable en su propio país que recuerda la Liga de Delos, las antiguas polis encabezadas por Atenas frente a la coalición Espartana. Pero en Europa ha encontrado la horma de su zapato, expresión más castellana preferible a la tontería del principio de Peter. Si se jugó un órdago democrático con la convocatoria del referéndum, no se entiende por qué, después de ganarlo con amplitud y refuerzo de su legitimidad, pacta lo contrario. No soy muy ducho en griego, pero la pregunta fue «¿queréis café?». Y a la respuesta «no», les sirvió dos tazas. Luego, tras rubricar todo como un convicto y confeso -una conformidad de conveniencia, que se diría en los juzgados-, después de firmar lo que antes no quiso, más otro montón de papeles sin leer, Tsipras somete a ratificación en su propio parlamento el tercer rescate... Y lo gana frente a la oposición de una parte importante de su propio grupo.

Y ahora dimite y pone a Grecia otra vez al borde del precipicio. ¡Ay!, si Aristóteles levantara la cabeza, no dudaría en calificarlo de ´zoom politikon´, animal político. Sus mayores rivales, Nueva Democracia y el PASOC, están en reconstrucción tras haber sido derrotados a principios de año. Parece que Tsipras llevara gobernando toda la vida, pero hasta enero fueron los otros, sí, los corruptos y falsificadores de cuentas -los socialistas y los conservadores-, quienes gobernaron Grecia, quienes aceptaron la asunción de la deuda privada y su reconversión en pública, quienes hacen decir a reduccionistas y simplificadores que Grecia no cumple su palabra. Sí, los mismos que aquí, para explicar el estado de nuestro país, siempre acusan a la herencia recibida del gobierno anterior. La oposición a Tsipras de sus coligados en Tsyriza no tiene tiempo para organizar una respuesta con posibles.

Mientras tanto, en esa Europa en que Tsipras aún no ha aprendido a moverse -aunque su condición políglota no sea la misma que la de algún líder cuyo nombre no es necesario recordar-, no descartan el llamado ´Grexit´. Ahora toca decirlo con la boca chica, pero la incontenible Lagarde -por su locuacidad- ya ha dicho que Grecia no podrá pagar el rescate (sic). ¡Manda romana! Nada que no sepamos los demás, pero que se empeñan en ocultar, como siempre, porque la UE conoce algunos anticonceptivos, pero no la marcha atrás. Sin embargo, creo que con Grecia el embarazo fue a conciencia, calculado certeramente con el método Ogino.

Mientras tanto, Tsipras, capaz de hacer a un tiempo una cosa y la contraria, demuestra que los griegos son más antiguos que los gallegos, pues mientras que éstos nunca se sabe si suben o bajan, ellos son capaces de hacer las dos cosas a la vez.