Sacar del agua pequeños peces para meterlos en un cubo hasta que mueren con la intención de divertir a los niños; llevarse caballitos de mar como souvenirs; lanzar arena o piedras contra otros bañistas; tirar al agua, o a la arena, en vez de a la papelera, compresas, plásticos y marranadas varias. Papás que ríen las gracias de sus ´nenes´ cuando insultan, escupen o pegan a otros niños. Incluso dejar caer un carro de la compra al agua desde un espigón para ver cómo se hunde mientras pequeños y mayores ríen la gracia del payaso de turno. Estas ´bonitas´ diversiones son sólo algunas de las formas de pasar el tiempo que he podido ver este verano en algunos bañistas de una playa del Mar Menor, e imagino que pasará en muchas otras. Pese a que se supone que la sociedad tiene cada vez más conciencia ecologista, de convivencia y solidaria, las barbaridades que continúan haciendo algunos no dejan de sorprenderme. Vivimos entre gente que ríe las ´pequeñas´ infamias sin darse cuenta de que cada una de ellas hace más negro el futuro y que no debe olvidar que, en muchos casos, se volverán en su contra.