Como si se reconociera el tiempo perdido de dos décadas dedicadas exclusivamente al denominado ´turismo residencial´ (esto, resorts y golf), las mismas fuerzas políticas y sociales vinculadas al Partido Popular que han convertido esta Región en una geografía de urbanizaciones vacías o semi-vacías, aseguran ahora que están buscando la identidad turística murciana y anuncian -según palabras del consejero de Desarrollo Económico, Empleo y Turismo- «un gran pacto regional por el turismo que implique a toda la ciudadanía, fuerzas políticas y sector empresarial». Se preveen estudios, encuestas, diagnósticos€

Basta, sin embargo, una revisión de la Encuesta de Movimientos Turísticos de los Españoles (FAMILITUR) del Instituto Nacional de Estadística para evidenciar que el principal problema que tiene el sector turístico de la Región de Murcia es su acusada estacionalidad. Según los datos presentados recientemente por esta encuesta, la Región de Murcia alcanza un año más el penúltimo puesto de la lista de destinos elegidos por los españoles durante el primer trimestre del año, con un porcentaje del 1,4% del total de visitas. Dichos datos reflejan que Murcia recibió 450.254 visitas en los primeros tres meses de 2015, lo que supone que solo el 1,4% de los viajes realizados en España durante este tiempo tenían la Región como destino. En otras palabras, tenemos un modelo turístico centrado prácticamente en exclusiva en el turismo veraniego de sol y playa.

La estacionalidad está estrechamente vinculada a la apuesta de los sucesivos Gobiernos de Valcárcel (y nos tememos que de los anteriores también) por la construcción de segundas residencias y por el turismo de resorts. Son evidentes los nefastos efectos económicos, sociales y medioambientales a los que ha conducido esta reducción por simplificación de la política turística al ladrillo. Han ganado, y mucho, unos cuantos concejales y alcaldes, inclusive algunos consejeros, según hemos ido conociendo gracias a lo que se ha publicado sobre los variados casos de corrupción urbanística en los que se han visto imputados. Han perdido, y de forma silenciosa, miles de trabajadores y trabajadoras que cada final de temporada veraniega han visto cómo se les acaba su precario contrato de trabajo y se marchaban a casa tras haber estado en condiciones laborales a menudo bastante lamentables: jornadas interminables, horas irregulares, salarios bajísimos, etc.

La estacionalidad del sector turístico murciano es el resultado de una inercia histórica que viene seguramente del tipo de opción turística que urbanizó el litoral murciano en los años 60 y 70. Esta misma inercia es la que creció exponencialmente con el denominado ´turismo residencial´ (resorts y golf) que creció al amparo de la presidencia de Valcárcel y dispuso de tantas facilidades institucionales, pues además en su interior crecieron poderosas tramas de corrupción urbanística. Como en tantas otras cosas, los herederos del expresidente aseguran que a partir de ahora las cosas se van a hacer bien, que el contador se pone a cero, que van a proceder a la búsqueda de la identidad turística murciana, que se ponen a hacer unas encuestas y que con un «gran pacto regional» tendremos una política turística decente. En este anuncio, hay al menos el reconocimiento de que se ha perdido el tiempo, de que se han perdido dos décadas en la competitividad y modernización del sector turístico regional.

Una geografía de casas vacías o semi-vacías y un montón de convenios urbanísticos suspendidos en el aire hablan de la evidencia del fracaso de un proyecto de región y de ´un capitalismo de amigantes´ que, eso sí, ha repartido ingentes beneficios entre unos cuantos amigos y unos cuantos mangantes. Como contraste a esa geografía del desastre urbanístico, un escasísimo desarrollo hotelero que oferta apenas 20.000 plazas, cuando debería haber sido al contrario, pues una de las claves de la lucha contra la estacionalidad es tener una conveniente oferta hotelera.

Tenemos tantos alcaldes y concejales, y consejeros, imputados en tramas de corrupción urbanística, que se comprende que apenas se haya dispuesto de tiempo ni de visión para plantear una política turística seria y rigurosa de lucha contra la estacionalidad€ ¡¿Y cuántas veces se anunció en el pasado hasta hoy la «decidida» política del consejero de turno por disminuir la estacionalidad del sector? Pero también tenemos tan elevada tasa de eventualidad en el trabajo, tan bajas cualificaciones, tan bajos salarios, tan degradadas condiciones laborales, que persistir en el modelo de la estacionalidad y la segunda residencia nos condena a ser una región precaria y vulnerable.

En torno a la cuestión de la estacionalidad del sector turístico se dirimen problemas cruciales de sostenibilidad económica, social y medioambiental para esta Región. Por ello, desde el Grupo Parlamentario de Podemos hemos propuesto que la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia se dote de un Plan Estratégico de Lucha contra la Estacionalidad Turística. Debe ser un plan debatido seriamente en la Asamblea Regional y debe contar con la participación de todas las fuerzas sociales y económicas (sindicatos, asociaciones empresariales, colegios profesionales, grupos ecologistas y otras asociaciones de la sociedad civil).

La recuperación del tiempo perdido en la política turística murciana implica, en definitiva, encarar su principal deficiencia -la estacionalidad- para encaminarnos por senderos de sostenibilidad económica (incremento de la productividad y competitividad), sostenibilidad social (empleo estable y digno, profesionalización, reparto social de la riqueza) y sostenibilidad medioambiental (protección del litoral y de los paisajes). Pero la cuestión última terminará siendo la decisiva: ¿pueden los herederos de Valcárcel sacudirse sus arraigadas inercias y pensar esta Región con criterios diferentes a la economía cortoplacista y de pelotazos?