Aistir en familia a la proyección de una película al aire libre fue una costumbre veraniega que tuvo lugar en las ciudades españolas desde la primera mitad del XX hasta entrados los ochenta o noventa. Hoy es raro encontrar cines de verano fuera de las playas, pero donde los haya sigue siendo un placer acudir con pipas y sabrosos bocatas.

En el caso de Cartagena, los cines de verano han pasado a la historia pero no al olvido. De eso se encarga Alfonso Santos, personaje entrañable de la ciudad que como el niño de Cinema Paradiso creció entre proyectores y papel de celuloide. Precisamente ha sido con esta película, con la que ha inaugurado el retorno del séptimo arte bajo un cielo estrellado en el barrio de Santa Lucía. Allí, justo en la plaza donde se ubica el Centro Social, a la que llega a poco que se mueva aire una refrescante brisa marina, se amenizan las noches de julio con la proyección de una serie de filmes de corte clásico como Los Pájaros, 20.000 leguas de viaje submarino o Psicosis, entre otros. Son los lunes, miércoles y viernes, los días que a luz de luna, este barrio antaño de pescadores invita a ver buen cine.

También en el Museo Arqueológico Municipal Enrique Escudero de Castro, se puede disfrutar de la gran pantalla en el jardín de entrada, con la programación de un conjunto de películas de cine histórico y de intriga que tendrá lugar todos los jueves del presente mes.

Puede pensarse en la posibilidad de diseñar un buen plan cinematográfico, que convierta los cines de verano en reclamo turístico para la visita a esta ciudad portuaria, tres veces milenaria a quien los de Cartago dieron nombre. Cartagena ya tuvo, allá por los ochenta, una oferta de ocio cultural basada en filmografía que atrajo a turistas y veraneantes a través del cine, en un entorno inigualable en vistas como el Parque Torres, que quizá pueda volverse a recuperar.