En la segunda guerra entre El pleno constituyente de la Asamblea Regional servía tradicionalmente para hacer apuestas y quinielas sobre el futuro Gobierno regional. En esta ocasión, los pronósticos han derivado hacia quién será el próximo titular del Ejecutivo y cuándo será retirado del cargo mediante una moción de censura.

Los tres partidos de la oposición, que suman mayoría absoluta de momento, han marcado territorio con la elección de los componente de la Mesa de la Cámara. Y la nueva presidenta, en un discurso técnicamente impecable y nada improvisado, ha dejado claro que la soberanía popular reside en la Asamblea, ya que los diputados representan la voluntad directa de los ciudadanos.

Hasta esta novena legislatura, el líder del partido ganador ha impuesto al titular de la Cámara y luego, desde el Palacio de San Esteban, se establecían directrices y criterios. La situación ahora es distinta en la forma, aunque nada novedosa en el fondo. En la legislatura que se inició en 1991, el entonces presidente Miguel Navarro también recurrió a la soberanía de la Asamblea Regional para enfrentarse a su compañero de partido Carlos Collado. En aquella batalla interna de los socialistas, el presidente del Consejo de Gobierno tuvo que salir de San Esteban, siendo sustituido posteriormente por María Antonia Martínez, no sin antes tener que soportar una moción de censura fallida de los populares, otra preparada (aunque no presentada) por los socialistas, más una comisión de investigación.

La hiperactividad de la Asamblea de principios de los noventa recuerda, salvando muchos matices, a la que se augura para esta novena legislatura, con varias comisiones de investigación anunciadas y una reforma a fondo de la Ley Electoral Regional.

Las generales de otoño, y sus posteriores consecuencias en el primer trimestre del próximo año, van a propiciar que tanto el PSOE como los dos nuevos partidos, Podemos y Ciudadanos, van a trabajar a fondo en iniciativas, propuestas y controles al futuro Gobierno regional, todo ello sin descartar que la presidencia en funciones de Alberto Garre pueda alagarse más de lo previsto por Pedro Antonio Sánchez.