Los partidos que han llegado a los ayuntamientos y a la Comunidad haciendo carreras de blancura para ver quién puede presumir de una hoja de servicios impoluta y quién debe purgar sus faltas con la dimisión afrontan ahora a otro reto demoledor: la economía sumergida. Los consejeros de Empleo y los alcaldes llevan años haciéndose fotos para presumir de que le han puesto coto a la economía irregular, aunque algunos de los regidores que se han retratado tan satisfechos tenían industrias alimentarias en naves industriales ilegales que carecen de agua potable y de alcantarillado, pero hacen la vista gorda. Ignoran que cuando miran a otro lado ante una empresa clandestina que no respeta las leyes ni la salud están sometiendo a los vecinos al acoso de aprovechados que ensucian, invaden la propiedad ajena y causan constantes desperfectos. Los juzgados están llenos de denuncias que no existirían de no ser por la negligencia de los consistorios, aunque los pagamos entre todos. No ver eso también debería ser delito.