Se me ocurre, observando el jardín desde el gin tonic, que las avispas son demasiado avispas mientras que las hormigas, por ejemplo, son poco hormigas. A las avispas les sobra el aguijón y a las hormigas les falta tamaño. Un enjambre de avispas sin aguijón resultaría un espectáculo maravilloso, y un ejército de hormigas grandes no sería pisoteado con la inconsciencia con la que lo hacemos. La naturaleza está llena de excesos y de carencias. Esperanza Aguirre, por ejemplo, es mucha Esperanza Aguirre. Yo le quitaría el aguijón, como a las avispas, y dejaría de preocuparme por su vuelo errático. El vuelo errático de las avispas resultaría admirable si carecieran de esa capacidad de hacer daño.

Tanto los excesos como los defectos acaban pasando factura. El PP, que ha sido mucho PP durante los cuatro últimos años, se está derrumbando bajo su propio peso. El gigantismo es un problema, sobre todo si se carece de la estructura ósea adecuada para soportar dos toneladas de musculatura. Este verano, en El Escorial, se imparte un curso titulado Los excesos de la locura y los defectos de la cordura, o algo semejante, en el que hablaremos precisamente de esto. La semana pasada acudí a una conferencia en la que se habló de la vista como el más invasor de los sentidos que poseemos o que nos poseen. Así es: tal como aseguraba el orador, el poder de la vista es tan desmedido que el olfato y el tacto y el oído y el gusto se inhiben ante su presencia. Curiosamente, añadía el ponente, es el sentido más engañoso, de ahí la expresión ´ilusiones ópticas´. Una amiga mía tiene una enfermedad (diplopía) por la que lo ve todo doble. El problema es que nunca sabe cuál de las dos imágenes es la real.

El equilibrio, en fin, no es de este mundo. Por eso mismo hablamos tanto de él. En la antigüedad se escuchaba con frecuencia la frase «muy poco hombre para tanta mujer», referida a maridos que parecían poca cosa comparados con su cónyuge. La expresión era denigratoria para ambos, pero expresaba la necesidad de que los excesos y los defectos se casaran a fin de que ni tanto ni tan poco. Hay días en los que el yo se levanta demasiado yo y el tú muy poco tú. Y no son, ni de lejos, los mejores días de nuestra vida.