Escribir a priori sobre el resultado de las elecciones no es arriesgado si se elige el denominador común no solo de los partidos políticos sino de todo hijo de vecino. La apuesta por el cambio va, por un lado, mucho más allá de unas siglas „con las que podemos sentirnos más o menos identificados„, y por otro, mucho más acá de lo presumiblemente previsto. Durante la campaña electoral, resultaba chocante la similitud en palabras y frases, subrayadas con especial énfasis por los protagonistas de turno en los mítines de cada uno de los partidos políticos.

Tras la jornada de reflexión y merecido descanso y sosiego, llegó también el día de las elecciones municipales y autonómicas. Voto a voto, el escrutinio rubrica el resultado que hemos obtenido.

La apuesta por el cambio la hemos de seguir ganando entre todos, apoyando políticas generadoras del bien común, sin dejar ningún resquicio a la corrupción. Comunidades Autónomas y Ayuntamientos ya tienen sus, nuestros representantes. No sé hasta qué punto se habrán cumplido las expectativas de cada partido ni las de cada uno de nosotros pero alea iacta est „la suerte está echada„ y no hay vuelta atrás. Tampoco sé si abundan mayorías o sobran pactos.

Lo que realmente interesa a la gente de a pié es que las promesas electorales no se queden en agua de borrajas y que todos a una, como en Fuenteovejuna, lleven a cabo un buen gobierno. La apuesta por el cambio exige un concienzudo examen de coherencia dentro y fuera del ámbito político. Ni actuar cara a la galería ni darse por no enterado de cuanto concierne a nuestra respuesta personal.

Como ven, el resultado puede ser la conclusión de diferentes planteamientos. La cuestión es que haya sido el mejor para vivir en libertad y democracia respetando derechos y deberes primigenios de cada persona. Que el buen hacer de los nuevos representantes en Comunidades Autónomas y Ayuntamientos, sea la prueba fehaciente de una buena elección. Que la enhorabuena en el futuro inmediato pueda ser para la mayoría de votantes.

¡Buen resultado!