También ha levantado el sobre con su voto al trasluz antes de salir de la cortinilla a ver si se transparenta? El vecino de arriba, o el de abajo, no sabemos quién nos tocará este año en la mesa, nos dará la mano y nos preguntará qué tal. Luego en el ascensor valdrá el clásico levantamiento de cejas, o ni eso. Cosas del día en el que celebramos la fiesta de la Democracia, y los periódicos publican la foto de las monjas ejerciendo su derecho. Los que nacimos con ella, o andamos justicos, vivimos la adolescencia con aquellas campañas en la tele con dibujos del arco iris y palomas de la paz al son del libertad, libertad, deseando cumplir los 18 para sacarnos el carnet y votar, claro está. Meterse en la cortinilla siempre emociona, no me digan que no, y uno se acuerda de su primera vez, casi a la par que la comunión€ y otras cosas.

Tiene hasta un punto sketch de esos programas de risas enlatadas y música rápida. Y más este año, que por fin en cada cubilete del estante va a haber papeleta de distinto partido, así que igual toca hacer cola por primera vez en la historia de la Democracia española, que los domingos para salir de La Manga sigue habiendo atasco, pero en la jornada electoral somos muy japoneses. Parece que sigamos órdenes y hacemos aquello tan lírico para la canallesca de escalonar el voto, a lo que sigue, que quitando algún incidente aislado en algún colegio donde no se presentó el presidente de mesa, hace que todo transcurra con normalidad.

Menuda nos podemos montar los ciudadanos, popularmente, socializando las papeletas para ganar, hacer, o lo que toque para el progreso del día, y creo que ya he metido a las grandes opciones, sin meterlas, en una greguería achopijera. Están los que llegan con el sobre de casa, incluso los que hacen alarde de su voto a la vista, casi con megáfono, como diciendo que nos chupemos esa del voto secreto. Están los de la mañana a primera hora, y se van a la playa limpicos de voto, y los que apuran y se van a la playa sin votar tranquilamente. Esos que comen a las cuatro sin despeinarse, y después de la siesta apuran y se presentan ya en los colegios cuando las cortinillas del habitáculo ya se atrancan. Los mismos que vuelven los domingos de verano después de cenar. Y los que entran y dan ganas de asomarse a los veinte minutos a ver si se han teletransportado o siguen ahí, leyéndose las listas al derecho y al revés.

Lo bueno, que terminan días largos y complejos, lo que es la Campaña, vamos, y los programicas con gráficos y alardes tecnológicos, para verlos pizza en ristre. Aunque la verdadera campaña empieza mañana, con los resultados. También es bueno que mañana todo es ya de verdad verdadera, y sobre todo, duradera, y entonces podremos empezar a comprobar que todos los que han merecido nuestro voto van a hacerse merecedores de él. Y este año, más que nunca. Yo, amigos, no tengo duda. Todos lo harán, porque hoy es el Día D, y eso es lo más importante de todo, con mucho, y de largo, y pueden acusarme de tópico si quieren. No hay que olvidar nunca el privilegio que supone poder elegir en libertad. Más que suerte, deseo a todos muchas ganas de trabajar a partir de mañana, que ahí ganamos todos. Ah, y no se preocupen, que el sobre no se transparenta€ Vale.