Aun contando con una ley electoral hecha a su medida, el PP podría perder la mayoría absoluta en la región en las elecciones autonómicas del próximo domingo. Esto es, al menos, lo que pronostican las encuestas y lo que de alguna manera se palpa en la calle. Dos elementos vendrían a explicar este viraje electoral. Por una lado, la fractura en la derecha, ahora dividida entre PP y Ciudadanos, que es ya una realidad irreversible y se acrecienta a medida que avanza la campaña. Por otro, la indignación de gran parte de la sociedad ante la política antisocial y de recortes del Gobierno de Rajoy, que unida al hartazgo por los innumerables casos de corrupción que salpican a esta formación, han provocado desafección en su electorado.

La operación de maquillaje llevada a cabo con la renovación parcial de la candidatura autonómica y el nombramiento a dedo de Pedro Antonio

Sánchez como cabeza de lista buscan contener esa sangría de votos. Está por ver, sin embargo, si lo logra. Por mucho que Valcárcel se quiera autoconvencer de que ha ´acertado´ con Sánchez y se eche flores, como hizo en Cieza, recordando que ha sido él quien lo ha designado, nadie ignora en el PP que el aspirante presenta un flanco débil. Una arista oscura y endeble: la relacionada con las investigaciones judiciales de que ha sido objeto. Sobre todo, la relativa a la presunta recepción, como alcalde, del Auditorio de su localidad cuando aún sigue sin estar terminado.

Y mucho más después de que Podemos se haya querellado por prevaricación contra los tres magistrados que enviaron el caso a Lorca para evitar, según los demandantes, que el candidato del PP a San Esteban estuviera imputado en plena campaña. Todo hace pensar que el caso Auditorio no va a quedar ahí. Que va a traer cola e hipotecar, incluso, el futuro inmediato de la Comunidad y la política de pactos si el PP es el partido más votado en la región. Pedro Antonio Sánchez, que ahora es el ´orgullo´ de Valcárcel, podría ser la fuente de muchos dolores de cabeza en los próximos meses para su formación, como lo ha sido para Garre y para la política interna del partido en el último año.

En cualquier caso, un cambio de cara en un cartel no puede hacer olvidar lo que el cartel representa. No vale venir ahora a decir que se va a hacer lo contrario de lo que se ha hecho. Y lo que se ha hecho, después de veinte años de gobierno autonómico del PP con mayorías absolutas aplastantes, es colocar a la región en los primeros puestos en índice de desempleo, pobreza infantil, desigualdades sociales, deuda pública y corrupción.

Lo que se ha hecho es poner las instituciones y la maquinaria de la Administración al servicio de un partido y de un régimen. El culebrón del nombramiento interino de Garre, su ninguneo durante un año y su posterior evicción dicen mucho del respeto que el partido de Valcárcel siente por el Gobierno regional y la figura del presidente. Por no hablar de la utilización política que se hizo de la antigua televisión pública murciana, y que tiene visos de continuidad en la nueva 7RM, cuya adjudicación ha sido recurrida.

Es también hora de recordar el engaño masivo al que se ha sometido a los murcianos y murcianas. Empezando por el timo del aeropuerto sin aviones de Corvera, con promesas renovadas de inauguración cada quince días; siguiendo por el embaucamiento del «Agua para todos» y el trasvase del Ebro, que tantos réditos electorales le ha procurado al PP; continuando por la tomadura de pelo del parque de la Paramount; y terminando, entre otros muchos, por la propuesta ´trilera´ del AVE que finalmente, cuando llegue, llegará en superficie, dividiendo la ciudad de Murcia en dos, con muros de hasta siete metros de alto.

Sánchez, o Pedro Antonio, como ellos lo llaman, es corresponsable de esta política. Es copartícipe de la herencia que deja el PP y con la que tendremos que apechugar todos los murcianos. Y francamente, mucho mejor nos iría si pusiéramos nuestro futuro en otras manos. Si el domingo fuera el comienzo de un cambio de ciclo.