La campaña electoral ha comenzado, por fin, después de la más interminable y tediosa precampaña electoral de la historia, iniciada en mayo de 2014 nada más concluir las elecciones europeas que marcaron el supuesto cambio en la política española. Permítanme un paréntesis para apuntar que esta metamorfosis está aún por ver, si atendemos a la última encuesta del CIS, cuyos resultados sostienen que sigue mandando el bipartidismo PP-PSOE frente al novísimo Podemos-Ciudadanos. Les hablaba de la precampaña y, verdaderamente, algo muy malo hemos debido hacer los españoles para que los dioses nos hayan castigado con esta tortura en forma de política hasta en la sopa que, aunque parece que llegará a su fin con la votación dentro de dos domingos, mucho me temo que la sufriremos hasta las elecciones generales de finales de año.

No obstante, hay que agradecer a los candidatos que las mentiras que han esgrimido en esta precampaña hayan sido tan disparatadas que las hemos asumido como si fueran válidas tanto los periodistas como los propios ciudadanos, vacunados contra el síndrome de la promesa electoral en una suerte de madurez que nos aleja del pasotismo y del hastío que producen estas situaciones. En este punto, podríamos traer a colación una o varias propuestas de todos los candidatos que no aguantarían ni un somero análisis de sentido común. Repasen nuestra hemeroteca en la web del diario para confirmar lo que les digo. Pero no importaba, estábamos en precampaña. Ahora es mucho peor: se ha iniciado la campaña y hay que pelear por cada sufragio (hay 360.000 murcianos que, según el CIS, aún no saben a qué partido votarán) en una lucha que llena el espacio y el tiempo de cuanto nos rodea, como si tuviéramos que vivir en quince días con la intensidad vital que se precisa para años.

Coincidía nuestro inicio de campaña electoral con la votación en el Reino Unido y, después de leer a cronistas y escuchar a analistas y políticos de todo signo, se puede deducir que los españoles, en el fondo, no somos tan distintos del resto de los europeos en cuanto a miserias políticas se refiere. Los mismos problemas, los mismos resultados en las encuestas previas, las mismas premisas, idénticas engañifas, similares denuncias y protestas contra un sistema electoral tachado de injusto

Siempre nos queda el consuelo de recordar una frase del escritor satírico y periodista estadounidense de la segunda mitad de siglo XIX Ambrose Bierce, que dejó para la historia, no sin falta de razón y con un punto de sarcasmo, la siguiente frase: «Ante una lista de candidatos debemos pensar que, felizmente, sólo puede ser elegido uno». Espero que acertemos.