En la dinámica líquida e inestable de los encuestas españolas Podemos retrocede y Ciudadanos avanza. Podemos es el cambio radical y Ciudadanos es el aseo sin revolución. Podemos tiene sus orígenes en la extrema izquierda, y aunque ha hecho en dos años el mismo recorrido hacia la moderación que al socialismo europeo le costó décadas de debates y peleas, la voluntad de cambio radical está asociada a su imagen, diga lo que diga en los nuevos discursos. Su intención de voto bebe del electorado del PSOE, es cierto, pero a quien pulveriza de verdad es a Izquierda Unida, ya que es percibido como la nueva alternativa de izquierda virgen ante la ´traición neoliberal´ del PSOE. Ciudadanos, en cambio, no se plantea transformar la sociedad, y su discurso hunde las raíces en la derecha liberal (en economía). Se queja de que el Estado distorsiona el buen funcionamiento de un sistema económico que, en otras manos, iría la mar de bien. No sólo lo distorsiona sino que lo saquea a golpe de corrupción. Mientras que Podemos quiere ocupar el Estado para invertir la lógica intrínseca del sistema capitalista, Ciudadanos dice que quiere hacer una limpieza y un engrasado a fondo del Estado para que no distorsione el sistema sino que le ayude a funcionar. Estas son las dos propuestas nuevas que se ofrecen a los votantes españoles en este ciclo electoral, y el reformista va ganando posiciones mientras que el revolucionario parece haber tocado techo. Siete años de crisis han radicalizado a mucha gente, pero parece que han creado, sobre todo, una gran demanda de pasar el trapo a fondo por la enorme telaraña del poder. Al fin y al cabo, el sueño mayoritario de los españoles, como de los europeos, es formar parte de las clases medias y sentirse seguros en esta condición. Y las clases medias le tienen miedo a las revoluciones; sólo quieren que las cosas funcionen de manera económica y previsible. Es lo que dijo Felipe González en 1982 cuando se le inquirió por el eslogan electoral del PSOE, «Por el cambio». Le preguntaron: «¿Qué es el cambio?» y respondió: «El cambio es que España funcione». Y las clases medias le votaron.