Que la escritura nazca a la vez que la agricultura, y el rectángulo escrito sea el del campo acotado, siendo surcos los renglones, es asunto viejo. Dos formas de echar mano a la naturaleza, para hacerla nuestra y tomar la utilidad de cualquier cultivo, sus nutrientes. Visto así, el ocaso del libro de papel nos alejaría algo de ese común origen, al perder la relación genética con las plantas, madres del papel, pero a cambio libera al árbol de su esclavitud, y la pantalla mantiene la forma, proporciones y surcos. Por otra parte el cambio del papel por la pantalla, en la que se proyecta la electrónica, sería un modo también de ir más al fondo de la naturaleza, aquel en el que los electrones, incluidos los de la materia del papel, hacen su vida. Tampoco cambia la distancia entre los ojos y lo escrito, que da la medida de esa relación entre vida y ficción en que consiste la literatura.