Me cuentan, en Madrid y en situación de importancia aunque no podría afirmar si de fuente solvente, que la exministra Trinidad Jiménez optó sin éxito, mediante la oportuna oposición, por tres veces a la carrera diplomática. Después logró matrimonio con un diplomático de quien posteriormente se divorció. Pese a ello no desmayó en el empeño. Tanto que, pasado el tiempo, llegó a ser ministra de Asuntos Exteriores. Si la cosa va de contumacia no descarto covertirme en rey del Mambo a nivel mundial. Dicho lo cual con la debida admiración que la señorita Trini nos merece tanto a Alfonso Guerra como a mí.