Ya estamos en el lío, tío€ Los partidos se aprestan al asalto de los municipios y de las sedes autonómicas. Comienzan las falsas promesas y los lavados de cerebro para sentar culos en los ayuntamientos, adobados con inauguraciones y cortes de cintas y de mangas, y fotos de eventos€ Hay que poner en marcha los aparatos captavotos. Hay que advertir a los que chupan del nepotismo ilustrado, lo mismo que esa directora general andaluza a los suyos: os jugáis empleo y sueldo, queridos, el que no coseche se vá a la puñetera calle. Hay que recordar y reverdecer las cadenas de favores a unos y prometerlos a otros. El que no chantajee, no mama€ Todos a la rampa de salida, y a partirse el alma. No importa lo que se diga ni lo que se haga para llevar el voto a la urna con la marca de nuestro zorro, que luego todo volverá a ser igual y regresaremos a las mismas.

Lo que pasa es que, en esta ocasión, los partidos históricos, que están histéricos, han establecido consignas muy estrictas por lo desesperanzado y desesperado de las encuestas, y es que tienen que lanzarse a la yugular de las nuevas formaciones, y han de hacerlo a base de intensificar el contacto directo con los ciudadanos. Hay que afinar la flauta encantadora de serpientes al extremo que sea necesario, y el de Hammelin no ha de parar ni para respirar, pues no hay que dejar pensar al ciudadata, no sea que lo haga demasiado€ Un interfecto del PP confesaba a este mismo periódico que «esta campaña es la de los bocadillos y de volver a casa a la una». Pero no aclaraba si los bocatas eran para comer ellos o para darlos por asistencia, como solía hacerse en tiempos€

Pero, sea como fuera, los bocadillos han de ir rellenos de otras cosas que de embutidos embustes. La ciudadanía tiene una oportunidad única para cambiar el contenido del bocata, y que en vez de dárnoslo con queso -como siempre - que pongan un real y consistente companaje. La cuestión no está en lo que dicen y prometen. Sabemos por experiencia que se basa en dos premisas principales: una, atacar y criticar al contrario, y la otra, prometer lo que no les importa incumplir. Nada más. Solo eso. Después, a birlibirloquear, a subir impuestos y a subirse sus sueldos. Y lo que sobre, si sobra algo, para cohetes, y si falta, que faltará, a la deuda y que paguen éstos€ Mas los ciudadanos tienen en esta ocasión una oportunidad de oro. Y es pararles los pies en seco, y cuando pidan atención para soltar el mitin, contestarles que la atención la pongan ellos y que escuchen al pueblo, y decirles que hay que invertir las tornas impuestas por una política tramposa, y soltarles que es hora de que ellos callen y escuchen a la gente, y no al revés, como suelen hacer en estos casos. Que debe ser al contrario, y ellos cerrar la boca y escuchar lo que los ciudadanos de los barrios tienen que decirles.

Y una vez ya puestos e impuestos y en sus puestos, el ciudadano tiene que soltarle una sola, única e importante cosa: que desea tomar parte activa en las decisiones que afectan a su pueblo. Que tienen el pleno derecho de equivocarse si han de aprender de sus errores, y que ese derecho no debe ser secuestrado por nadie. Que ellos, el pueblo, los ciudadanos, son los que eligen a sus administradores, los sacan del paro, los colocan, les mandan lo que tienen que hacer y cómo, y les fijan la paga. Que no son los empleados los que dirigen a los empleadores y se fijan ellos mismos el sueldo. Que quien paga, manda€

Y exigirles que existan comités ciudadanos, democráticamente representativos de barrios y sociales que, de manera asamblearia, y aún de forma consultiva al principio, pero fiscalizadora, puedan colaborar, exponer, exigir y/o participar en el gobierno y administración de sus propios pueblos. Y que no solo se les escuche y se les busque cada cuatro años, sino durante y a lo largo de esos cuatro años. Sin necesidad (por mal ejemplo) de esos 207 paniaguados propios que tiene como asesores el ayuntamiento de Madrid, no sé si me explico€ Y no se me escandalicen ni se rasguen las vestiduras, que otros países hay más avanzados, y cercanos, y de mayor calidad democrática, que gobiernan para el pueblo pero con el pueblo. Que ya va siendo hora que aquí se compartan las responsabilidades, se vigilen las capacidades y se inspeccionen las realidades€. Que, si el pueblo no tiene ya la mayoría de edad necesaria, es evidente que nuestros políticos aún la tienen menos.