La confusión es total. En mi cabeza, digo. Todos los días se muere alguien de repente. Suena el teléfono (siempre es por teléfono) y te dicen que ha muerto Fulano. Cuando cuelgas, no sabes si había una persona al otro lado del móvil o la información ha salido del propio aparato. Gozan de tantas prestaciones estos chismes que a veces actúan por su cuenta. El mío tiene más iniciativa que yo. El otro día carraspeó al fondo del bolsillo, lo saqué para que tosiera a gusto y leí en la pantalla que Rato había sido detenido. Investigué, para averiguar las causas, y todo era desorden: que si alzamiento de bienes, que si blanqueo de dinero, que si evasión fiscal, aparte de lo de Bankia€ No sale del trullo, me dije, en cuarenta años. Pero salió a las pocas horas. De hecho, no llegó a entrar. Estuvo detenido, sí, pero fuera de la cárcel, al modo de un embarazo extrauterino. Ahora mismo, no estoy seguro de si los embarazos extrauterinos prosperan o no. Ya digo que la confusión es total. En mi cabeza.

Afuera, en cambio, lo tienen todo claro. Para la vicepresidenta del Gobierno se trataba de un asunto particular. Se ve que en el Consejo de Ministros no se habla de estas cuestiones por respeto a la privacidad de las persona. Rodrigo Rato es una figura pública que tiene sus cosas, como usted y como yo, sus cuentas, sus menudillos económicos, sus vergüenzas (¿y quién no?). ¿Dónde rayos reside, entonces, el costado público del ex-vicepresidente del Gobierno y ex-jefe del FMI y ex-todo de Bankia (con ex-tarjeta black), además de ex-artífice del milagro español y ex-alma de Génova, y ex-invitado, por cierto, junto a Felipe II, de la boda de la hija de Aznar?

No lo sabemos, todo es confusión. Hasta mi móvil (tecnología punta de última hora) anda confundido. Continua vibrando, o carraspeando, en los fondos de mis entretelas, pero cuando doy con él se ha callado, por vergüenza, porque no sabe cuál es exactamente la situación de Rato.

Ignora si su detención de la semana pasada fue en realidad una retención (de líquidos). Una cuestión privada, lo mismo que cuando suena para decirte que se ha muerto Fulano, que se llamaba de este modo, Fulano, porque no era nadie, aunque se arruinó con la salida de Bankia a Bolsa.