Cada vez que uno se recuerda, por higiene, que el Partido Popular tiene muchos militantes honrados, sale el hombre interesante, el que funde bombillas con la mirada, o sea González Pons, y dice aquello que si será democrático y respetuoso el partido que no ha puesto ningún obstáculo a las instituciones del Estado como la Policía y la Agencia Tributaria que están detrás de la detención de Rodrigo Rato. ¿Quiere decir que respetar es un mérito y que antes o después quizás no sean tan generosos? Y detención no es prisión, pese a Gürtel, los sobresueldos, las tarjetas black y el timo de las preferentes.

La dirigencia del PP se ha comportado como una verdadera banda organizada „Alberto Garzón es más rotundo y habla de «banda criminal»„ con la confusión en todos los órganos entre lo público y lo privado que va de lo más anecdótico a lo más terrible: un ministro de Defensa que la víspera de su entrada en el Gobierno trabajaba para los fabricantes de armas. El saqueo sistemático de recursos públicos y privados, el robo de la hucha de las monjas y ´los negratas´. El regalo cortesano de dinero público a Iñaki y Cristina, SL.

Un partido que está detrás de la mayor destrucción de empleo de la historia y del recorte general de salarios (claro, hay que tapar mucho agujero), que amnistía delincuentes fiscales, que invitaba a Correa y al Bigotes a una boda principesca, que no podía mejorar a los villanos. Que en plena euforia económica destruyó tejido productivo por el ansia de dinero fácil, que lleva años pagando tarde y nunca a los proveedores. Un partido que hay que liquidar y reconstruir. Ni un voto. Y más cárceles: animarían la construcción.