Si la semana pasada escribía sobre mi propósito (de año nuevo) de aprender a cocinar. Ésta continúo con los tópicos, ya que en mi lista, por supuesto, también estaba el de hacer deporte, en este caso en su disciplina más barata, apetecible „dada la climatología de nuestra Región„ y, por supuesto, más de moda. Y es que hay cosas que nunca cambian, y los humanos somos de apuntarnos a lo último que llega, me incluyo yo también ya que aunque parezca increíble soy del género mortal y de esto no nos escapamos ni uno. Aunque es algo que venía haciendo desde hace tiempo, lo había abandonado por falta de tiempo y exceso de trabajo, y es de esas buenas costumbres que uno debe retomar. Así que, después de tres meses y medio de frustrados intentos e incumplimientos y ahora que llega el buen tiempo, he decidido que es el momento de recuperar mi actividad física.

Y qué es lo primero que una hace cuando decide volver a salir a correr€ ¿Una revisión médica? ¿Prueba de esfuerzo? ¿Preparar una tabla de ejercicios? ¡No! ¡Frío, frío! Lo primero que hace un verdadero runner es acudir a alguna de las franquicias de moda de su ciudad y hacerse con la equipación completa en sus colores y versiones más fosforitos „ahora lo tenemos fácil porque el imperio Inditex y hasta las marcas de ropa interior comercializan su colección deportiva para todos los bolsillos„. Y es que desde que salimos a hacer running (y no a correr) todo ha cambiado para siempre. Las causas pueden ser diversas, pero el resumen único, y es que ¡somos un poco ´flipaos´! Nos hemos convertido en auténticos corredores de postal, que diría un amigo mío, mucha equipación y poca preparación. Estaríamos estupendo en la portada de cualquier revista de deporte, pero a la hora de la verdad no somos capaces de dar dos pasos seguidos sin asfixiarnos, sufrir flato o, lo que es peor, un tirón que nos tenga apartados de la carrera el tiempo suficiente para haber perdido la poca forma física que hubiésemos conseguido y hasta las ganas de lucir nuestro fitness outfit, que volverá al fondo del armario hasta la siguiente temporada, aunque para ese entonces ya habrá pasado de moda y habrá que hacerse con nuevas adquisiciones de tendencia.

Hace unos meses, creo que también os lo he contado, comencé a leer el libro de Mujeres que corren y aunque tengo que reconocer que me aportó muchísimos conocimientos y consejos útiles para volver a la carrera „lo recomiendo„, me sorprendió que la autora confesaba haber comenzado su idilio con el running con una primera cita de shopping, buscando las mallas con los estampados más molones. Este año, lo que se lleva son los colores pastel totalmente fluorescentes: rosa, rojo, amarillo, naranja... ¡Festival para los mosquitos de la huerta murciana! Así que yo, que ya he reconocido que soy una más, por mucha rabia que me dé, ya tengo preparado mi look de quita y pon en tonos naranja y gris, la equipación titular, y azul y gris, la segunda, adquiridos en un arrebato consumista en H&M, con lo que ya no tengo excusa para ponerme en forma.

Y es que el deporte ha sucumbido a la moda. Todavía recuerdo cuando usaba las camisetas de propaganda „yo, fundamentalmente de la marca de magdalenas La Bella Easo, de la que mi padre, en su aventura de buscarse la vida, fue representante durante apenas un año, y que contaba a pares„ para salir a correr tras saltar de la cama sin apenas pararme ni a lavarme la cara y cogiéndome una coleta en el ascensor para no perder ni un minuto antes de comenzar mi jornada laboral.

¡Cuánto ha llovido desde entonces! No necesitaba más que las ganas y quizás un poco de música para amenizar la hora de deporte. Ahora, no sólo nos equipamos como señales reflectantes sino que además nos convertimos en aparatos multifunción, como las navajas multiusos que todos llevábamos encima en los noventa, no me preguntéis para qué pero todos teníamos una: cronómetro, cuenta pasos, cuenta pulsaciones, reproductor musical€

¿El motivo? Muy fácil (como en tantas otras cosas y tras la aparición en nuestra vida de las redes sociales): Salir bien en la foto.