El mercado del arte es optimista, más por lo que tiene de mercado que por lo que le quede de arte. Se ve en la pieza conceptual del artista cubano Wilfredo Prieto que se ha hecho famosa en la feria de Arco. Se titula Vaso de agua medio lleno y está hecha con agua, vaso y estante. Las piezas pequeñas de este artista cuestan 20.000 euros. Vaso de agua medio lleno me sugiere Vaso de agua medio vacío porque soy pesimista pero el mercado acepta el título oficial que parece justificar más el precio.

Esta pieza de arte conceptual es muy figurativa: todo el mundo ve un vaso, su agua y su medida mediada, sea de lleno, sea de vacío. Hay cuadros realistas a los que no les pasa. Siendo iguales la obra, el modelo y el autor hay un cuadro de Leonardo en el que unos ven a Gioconda y otros a Mona Lisa. Pero ese no es el debate. El debate es que sólo ese vaso y ese agua de Prieto cuestan ese dinero y sólo dentro del mercado del arte que es el contexto. Si alguien lo roba, el artista pone otro igual. ¿Si pillan al ladrón, cargará con un delito de robo de 20.000 euros? ¿Si lo pillan bebiéndolo, sus tragos serán estragos y su ingesta, vandalismo? ¿A cuánto le podría condenar un juez? ¿A cuánto, un crítico de arte?

Por su pesimismo, bueno, por el mío, la pieza me gustó y ayer por la tarde hice una igual en el grifo. Me dio la medianoche admirándola. No le puse mi nombre, luego no es plagio. No le puse el de Wilfredo, luego no es una falsificación. Es una copia. En la pubertad tuve una copia del nacimiento de Venus, de Botticelli, y de mayor tengo este medio vaso de agua. Me gustan los temas artísticos sobre el agua aunque entonces creía que me gustaba aquella bellísima mujer desnuda que emergía del mar. Mi copia no vale nada. Lo que da valor a la pieza es el certificado del artista, explicó Prieto. Eso mismo pensaba un inversor que tenía en su despacho una obra gráfica de Miró casi oculta tras el certificado de autenticidad. Un crítico de arte amigo mío, muy versado, lo llamó hortera. Ese es el concepto, mercado.