Las elecciones en Grecia han dado como resultado un amplio respaldo en las urnas a la formación izquierdista Syriza „liderada por Alexis Tsipras„, que consiguió 149 escaños, quedándose a solo dos de la mayoría absoluta. Tras los resultados, pueden extraerse de estas elecciones diferentes conclusiones desde el punto de vista político y sociológico realmente interesantes. Para comenzar, podemos señalar que gracias a la nefasta política y a los vergonzosos casos de corrupción de los partidos tradicionales „especialmente en los países que más han sufrido la crisis„, Europa tiende a los extremismos: tanto los partidos de extrema izquierda como los partidos de extrema derecha están consiguiendo cada día más partidarios. Por otra parte, también parece claro que los extremos se tocan. De los posibles aliados en Grecia, Syriza ha elegido como compañero de gobierno al partido de la derecha nacionalista Griegos Independientes (ANEL) que, paradójicamente, es la fuerza que más se acerca a sus tesis en lo relativo a la deuda o al diálogo con la llamada troika.

Ahondando un poco más, podemos afirmar que los mensajes populistas han calado en los ciudadanos. Lógicamente, resulta fácil criticar cuando uno no gobierna, pero gobernar es algo más complicado que lanzar mensajes con los que casi todos estamos de acuerdo. Es fácil decir que debemos ser más duros con los corruptos, o que no debemos aumentar los impuestos, o que debemos subir las prestaciones a los parados y a los jubilados, o que paguen más lo que más tienen. Lo difícil es llevarlo a cabo, sobre todo con un Gobierno aislado, rodeado de una política económica mundial dominada por los mercados. Por eso, la responsabilidad que asumen los partidos que recogen estos aspectos en sus programas es realmente enorme, porque en el caso de no saciar las necesidades ciudadanas corren el riesgo de desparecer en el olvido en una sola legislatura.

Pero quizá, como conclusión más importante, podemos extraer que los ciudadanos de los países más deprimidos están cansados de pasar hambre. Como ya sabemos hoy en día „y como ya era de imaginar„esta famosa crisis que dicen que estamos padeciendo la estamos sufriendo únicamente los ciudadanos. Las grandes empresas y sus respectivos directivos siguen manteniendo „y en muchos casos aumentando„ sus beneficios, en muchas ocasiones gracias a los despidos masivos y, en otras, a rebajar los sueldos de sus trabajadores.

Los políticos, por su parte, también siguen manteniendo su estatus, y no realizan ni el más mínimo gesto para ajustar sus sueldos y sus privilegios al estado de crisis que dicen que padecemos y con el que luego se justifican para adoptar medidas durísimas que empobrecen más a la sociedad.

Las grandes empresas y los políticos actuales se han hartado año tras año de beneficiarse de la democracia para enriquecerse personalmente. Ahora el ciudadano prefiere el extremismo y el populismo. Ahora parece que sí que viene el lobo.