Si todos los murcianos hubieran multiplicado por diez su patrimonio en los últimos años, como el alcalde Cámara, hace tiempo que la región habría dejado de ser la cenicienta de España para convertirse en la California de Europa. Lamentablemente, la multiplicación de los panes y los peces es un don reservado a muy pocos.

¿Qué ha hecho Cámara para merecer esto? ¿Acudir a su trabajo, cumplir con sus obligaciones, apretarse el cinturón en estos tiempos de crisis? Nada distinto, en realidad, de lo que ha hecho cualquier hijo de vecino. Eso sí, con un resultado nada comparable. Mientras la inmensa mayoría de murcianos "batalla" para llegar indemne a fin de mes, lucha denodadamente contra los números rojos, pide adelantos para cuadrar el círculo de la economía familiar, el alcalde, por lo que parece, no ha necesitado sacar un euro de sus cuentas bancarias durante dos años para afrontar los embates de la vida cotidiana.

Cámara debería explicar cómo se consigue esta proeza. Y de paso, despejar cualquier duda sobre la venta de una finca de sus suegros a su exjefe de Planteamiento Urbanístico, el también imputado Peñalver, de la que, según el juez, se pudo beneficiar. "Esto no es Rusia" y aquí nada impide que los abuelos puedan hacer ingresos a sus nietos o a quienes les dé la gana, vino a decir su abogado cuando se hizo público su patrimonio. Cierto. Esto no es Rusia, donde supongo que actualmente nada impide tampoco que los abuelos hagan ingresos a sus nietos, pero en algunos casos parece que lo fuera. Por ejemplo, en la proliferación de tramas de corrupción. En eso, ninguno de los dos países tiene nada que envidiarle al otro. Cada uno en su categoría es todo un campeón.

También en el caso Nóos ha habido novedades. Por multiplicar su patrimonio por diez, o por vaya usted a saber por cuánto, deberá sentarse la Infanta Cristina, quinta en la línea sucesoria al trono, en el banquillo de los acusados. Determinado a que se haga justicia, el juez Castro no se ha amedrentado ante los elementos y ha mantenido la imputación. Incluso contra el criterio del Fiscal, que en un mundo al revés, ha hecho las veces de abogado defensor. Como era de esperar, la Infanta ha recurrido el auto. Está en su derecho. La acusación, sin embargo, es contundente. El juez la considera "cooperadora necesaria" en dos delitos fiscales. Tampoco una infanta puede vivir con los ojos cerrados.

¿Admitirá el juez a trámite el recurso? Lo sabremos en los próximos días. En cualquier caso, visto cómo pintan los casos Umbra y Nóos, tanto Cámara como Cristina de Borbón se encuentran una situación procesal compleja, en una encrucijada de la que sólo se sale de una forma: renunciando al cargo o a los privilegios para defenderse mejor.

Garre le ha indicado públicamente la puerta de salida al alcalde, pidiéndole eufemísticamente "generosidad". Pero Garre no es quien manda en el partido. El actual monarca tampoco cesa, según parece, de pedirle a su hermana que renuncie a sus derechos sucesorios, antes de que sean las Cortes o el propio rey quienes que tengan que cortar por lo sano. ¿Alguien se imagina que por carambolas del destino tuviéramos a Urdangarin de rey "consorte"? La irracionalidad del sistema sucesorio monárquico tiene esas cosas. Y cuanto más dure este dilema, mayor erosión sufrirá la institución monárquica, que aunque haya salido fortalecida con la abdicación de Juan Carlos siempre tendrá que vérselas -democráticamente- con el compromiso republicano de una buena parte de la sociedad española.

De momento, ni Cámara ni la Infanta renuncian. Ambos se aferran, cada uno a su manera, a lo que todavía les da un cierto estatuto y poder: la alcaldía y el derecho dinástico. Es una prueba de resistencia dura, que a ellos los está dejando "sin aliento", y al partido y a la institución que representan, muy tocados.