El jueves pasado se ha celebrado el Día Universal del Niño o Día Internacional de la Infancia. Por desgracia, este día no ha habido muchas cosas que celebrar. La infancia está en situación de grave riesgo, y año tras año todos perdemos la oportunidad de solucionar este escenario. Seguramente, habrá quien piense que esta afirmación es exagerada, alarmista, pero basta con mirar las cifras para comprobar que, en realidad, cada vez hay menos niños que puedan disfrutar felizmente de su infancia.

Se calcula que en el mundo hay 178 millones de niños que padecen desnutrición aguda. La mayoría de ellos no duran con vida más de un par de semanas. Un mes, a lo sumo. Estos niños nacen y mueren de un día para otro, como si su muerte y su vida fuesen en balde.

Cerca de 121 millones de niños y niñas en edad de asistir a la escuela están sin escolarizar en todo el mundo. Estos niños no pueden disfrutar de la infancia y, muy posiblemente, tampoco podrán disfrutar de su juventud y su madurez. En otros países, en cambio, sí hay escuelas. Pero solo para niños. Las niñas no tienen derecho a asistir a clase, y si lo intentan, son rociadas con ácido, perseguidas o tiroteadas.

Según Amnistía Internacional, en la actualidad hay más de 300.000 niños en 86 países que son usados como combatientes, es decir, como niños-soldado. De esos 300.000 menores, el 40% son niñas. En esos mismos conflictos, muchas niñas son violadas, torturadas y asesinadas impunemente, sin que exista siquiera una cifra sobre este aspectos.

Seguramente, alguien podrá pensar que en Occidente la situación es muy distinta. Y lo es, pero por el otro extremo. En los países llamados desarrollados hay cerca de cincuenta millones de niños obesos. Y no por enfermedad, sino por sobrealimentación o mala alimentación El número de niños adictos a los videojuegos crece día a día, sin que sepamos aún donde está el tope. Lo mismo sucede con el número de niños adictos a las redes sociales. Un porcentaje muy elevado de menores en el mundo llegan a una casa donde no hay nadie esperándoles. Es la llamada ´generación de la llave´. Otros están en la calle tirados sin vigilancia hasta las tantas de la noche. Algunos de ellos, incluso, les pegan a sus padres. Solo en España se calcula que medio millón de familias están afectadas por esta situación. Asimismo, la violencia entre los adolescentes crece de manera imparable. También crece el número de niños maltratados por sus padres, los cuales pagan con sus hijos los problemas de pareja. Crecen también los casos de abuso por parte de pederastas y el número de acoso escolar entre menores.

Como se puede comprobar, entre la situación de miseria y hambruna que sufren los niños en los países subdesarrollados y la situación de violencia y desamparo que padecen los niños en los países desarrollados, la infancia en el mundo está en peligro de extinción. Solo los adultos somos responsables de esta situación. Nuestras celebraciones y nuestros actos institucionales resultan absolutamente absurdos frente a sus lágrimas.