De la mitología griega, uno de mis personajes favoritos es Hermes. El mensajero de los dioses. Gracias a él disfrutamos de dos palabras que también me encantan: una es hermético, -a, por el lenguaje que se gastan, los dioses. La otra es hermenéutica: el arte de interpretar, de traducir, de descifrar.

A través de un claro entre las nubes hemos visto aparecer a Marta López-Briones. Diciendo que la organización de un congreso crítico con la divinidad „al que asistió algún hereje„ no ha tenido nada que ver, y que Javier Fuentes ha sido destituido porque «se ha decidido darle otro aire al Cendeac». Somos muchos los que conocemos y apreciamos la labor de Javier al frente de esa institución, y cuesta bastante encontrar a quien piense lo mismo de la López-Briones, así que ¿por qué es Javier quien tiene que irse y no ella? ¿Por qué Javier, y no el consejero, que además está imputado en el caso Puerto Lumbreras? Hermes, te necesitamos. Esto es más hermético que los tupper de mi abuela.

¿Por qué los implicados murcianos en la Púnica han perdido su sillón, pero los del caso Roblecillo ahí siguen, y Garre dice (si eso es decir algo) de ellos que «hoy toca hablar de gente con muchas virtudes»? ¿Por qué los del caso Líber tampoco han sido descabezados? ¿Y los del Umbra? ¿Y los del Novo Carthago? Hermes, ¿te pillo mal? ¿Tienes un momento?

¿Por qué se expulsa a un diputado de Teruel por cargar al Senado sus viajes personales, pero Monago es ´un héroe´? ¿Hermes? Hermes, macho. Hemos visto que estabas conectado. Las tildes del whatsapp se han puesto azules. No nos hagas esto.

La otra opción, ya que el amigo H. anda más desbordado últimamente que la piscina del Titanic, es ponernos nosotros con eso de la hermenéutica. Interpretar, traducir y descifrar. Del lenguaje hermético al otro. ¿Cómo se llamaba el otro? Ah, sí: demótico. Como en ´democracia´.