Se hace llamar Tridevil (Tresdemonios), es de Florida y dice haberse implantado un tercer pecho, si es que no lo traía de fábrica, para conseguir trabajo en la televisión. Antiguamente, a los contrahechos no les quedaba otra que prostituirse en el circo y vender el horror, el error: el hombre elefante, el hombre oso, el hombre pulpo, la mujer barbuda (ahora campeona de Eurovisión), el niño de dos cabezas, la mujer sin cerebro ni cerebelo... Adoramos la novedad (no es la primera vez ni la segunda, tras la vanguardia y posvanguardia), la originalidad, lo inesperado, la novelería; creamos el monstruo a medida, pero, más que el tercer ojo espiritual, el chakra en la frente, la mirada que ilumina regiones profundas, nos implantamos o presumimos de una tercera teta. Abortamos los no deseados y promovemos indeseables; seguro que a Tridevil no le faltarán padrinos.