A estas alturas, está de más que defienda la necesidad de contar con universidades fuertes como uno de los pilares básicos que tiene cualquier sociedad moderna para su progreso. Esta semana, de nuevo de la mano, la Universidad de Murcia y la Universidad Politécnica de Cartagena celebraron una apertura del curso académico distinta a la de los últimos años por tres razones: se estrenaba el rector José Orihuela; estamos en año electoral y, en consecuencia, la Comunidad Autónoma se esforzará para cumplir con las expectativas que el mundo universitario tiene depositadas en la administración regional después de años de recortes; y, finalmente, y enlazando con la segunda causa, parece que la crisis quiere abandonarnos por fin. En este sentido, siguen conociéndose datos que invitan a un moderado optimismo, los dos últimos, el informe del BBVA, que sostiene que la Región crecerá por encima de la media española, y los números de la diócesis de Cartagena, que constatan que se ha recogido más dinero en las huchas del Domund, dato este que puede resultar curioso de destacar, pero que no deja de ser una muestra más.

El nivel académico e investigador de ambas universidades queda confirmado por los numerosos proyectos que nacen en sus laboratorios y aulas. Y a las hemerotecas me remito, porque rara es la semana en la que los medios de comunicación no nos hacemos eco de algún estudio en materias tan dispares como la salud, la comunicación o las nuevas tecnologías. Esta misma semana, precisamente, hemos publicado un reportaje con cuatro empresas que han surgido al amparo de las universidades de la Región y que, acertadamente, titulábamos ´Silicon Valley está en Murcia´. Esta información reflejaba perfectamente los avances que se están produciendo merced al ingenio murciano, que nos ponen al nivel de países tradicionalmente más científicos. Incluso los nombres de las cuatro empresas motivo de la crónica -Droiders, Tecnoavanza, Stel Solutions y Talentum- no dejan de ser una evidencia más de por dónde se camina.

Los rectores José Orihuela y José Antonio Franco cumplieron con su papel de exigir al Gobierno regional más financiación, si lo que se pretende es que las universidades cumplan con los objetivos que la sociedad les tiene encomendados. Pero, a su vez, el presidente de la Comunidad, Alberto Garre, actuó con coherencia cuando anunció que habrá un nuevo plan de inversión plurianual sujeto al cumplimiento de resultados previamente establecidos. Habrá dinero, sí; habrá financiación, evidentemente. Pero el Gobierno, en nombre de la sociedad, tiene la obligación de velar por los euros que destina a cualquier proyecto. Y, como respuesta, estoy plenamente convencido de que nuestros responsables universitarios, como han demostrado sobradamente a lo largo de los años, revertirán a la Región, con creces, lo recibido.