A través de Gonzalo Suárez me entero que el primero que despertó la conciencia nacionalista entre los escoceses era nieto de gaditana. Esa gente con sangre de Cai es que tiene salidas p´a tó.

La historia del descendiente del rey Roberto I de Escocia, finalmente conocido por don Roberto „Robert Bontine Cunninghame Graham nada menos„, deja prendado a cualquiera. Vivió desde 1852 hasta el 36. En 1816, yendo a caballo por los alrededores de la catedral de la Tacita de Plata, el almirante Fleeming salpicó de barro a una chavala con la que se casará a no tardar y que, con el paso del tiempo, se convertiría en la abuela del personaje al que trasladó el acento andaluz durante las largas temporadas que el nieto pasaba con ella en la isla de Wight. Tras estudiar en uno de los colegios más exclusivos de Inglaterra y antes de desposarse con un inglesita tan aventurera como él, don Roberto estuvo cinco años deambulando por la Pampa argentina. La pareja viajó a Texas, trabó amistad con Buffalo Bill, atravesó América y las incursiones en las misiones de jesuitas inspiraron el libro Una Arcadia desaparecida que está en la base de aquella peli llamada La Misión. Al regreso alcanzó un escaño en los Comunes formando parte del ala izquierdista del Partido Liberal pero, no contento con ello, fundó el Partido Laborista escocés con el que no consiguió acta. Desencantado, escribió más de treinta libros y frecuentó a Oscar Wilde, Laurence de Arabia, Azorín, Baroja...

hasta que presidió el partido que dos semanas atrás lideraba Salmond después de haber estado al frente de los laboristas que en la actualidad propugnaban el no. Sabiendo todo lo que corre por las venas escocesas resulta más fácil entender lo ocurrido. Y, claro, no iban a separarse ahora de Gran Bretaña cuando el inglés que lleva la voz cantante es Camarón.