Adelina dice que no es bruja, sino sanadora, digamos de una videncia un tato particular, pues entre los materiales técnicos que utiliza, para detectar y curar los males, es un huevo. Lo que ustedes leen, un huevo, mejor dicho varias docenas de huevos para sus atenciones al honorable Pujol. Y es que por huevos que no quede cuando se trata de la sanación a tan alta personalidad. Cura también Adelina las herpes, y las almorranas con un tomate, y a Fraga le curó un eccema antes de que fuera su cliente De la Rosa. Por sus viajes por el mundo, estuvo en China, y fue aquí donde conoció la estrategia del huevo duro. Y, rodeada de estampas y cristos, ha roto más de cien huevos para tratar a Jordi Pujol en sus visitas mientras le rezaba: «Por el puente de San Antón, unos pasan y otros non».

Adelina, médium gallega, anduvo 23 años que Pujol siendo presidente de la Generalidad. El entonces president viajaba frecuentemente a Andorra, donde vivía la vidente, para consultarle, y ella utilizaba sus poderes para realizarle a Pujol limpiezas de diversos males mientras le iba pasando repetidamente un huevo por su espalda. Pronto, Adelina se fue a vivir a Barcelona con el fin de estar más cerca del ilustre Puyol mientras éste le llenaba la cartera a la vidente con sus amigos. Pero, según palabras de Adelina, el dirigente catalán la engañaba pícaramente:

«Los clientes pagaban 300 euros, pero a mí me daba Puyol 150» (vaya por Dios). De todas formas esa relación de brujería, negocio y malas energías del president Pujol se mantuvo durante mucho tiempo, sobre todo porque estaba obsesionado con la pitonisa por la razón de que el huevo absorbía los problemas que vivían en su cuerpo.

Aún no sabemos si en la comparecencia de Pujol en el Parlament para explicar sus ´ahorros´ multimillonarios fuera de toda legalidad autorizada, según dice todo el mundo (salvo la opinión del sabio Felipe González, que es el único español que no lo cree), se hablará de esta vidente. Lo cierto es que asesoró al dirigente catalán y montó con él un pequeño negocio, al decir de la bruja más de dos años, que se sustentaba con más de doscientos clientes diarios, por lo que, de ser ciertas las aseveraciones de Adelina, el sanamiento llegaría a alcanzar unos cuarenta millones de euros entre los dos.

Adelina hizo un bien a Cataluña, puesto que al líder catalán le quitó el mal ojo, le mejoró el tic del ojo izquierdo, le intentó corregir la extraña taquilalia de la lengua oral, y mejoraron sus problemas de espalda. Y todo con un huevo bendecido por no sabemos qué zonas corporales sobre don Jordi (aquí no hay declaraciones fiables). Así fue como las visitas de Pujol se extendieron en Andorra al tiempo que las que podía hacer al Banco Andorrano, estas últimas pendientes de juicio, en una especie de milagrosa creencia y descreencia. Todo ello enmarcado en los misterios de la vida y sus respetables creyentes.

La bruja del huevo enganchó con sus predicciones misteriosas resueltas con pasadas y masajes de huevos. Huevos de gallina, por supuesto, pero huevos, mientras le rezaba: «Romero, romero, saca lo malo y deja lo bueno». Inmediatamente rompía la sanadora el huevo, y cuando éste salía negro, Adelina había terminado con el mal aquejante por el que el cliente ha hecho su visita. Afortunado Pujol que dio con tan preclara facultad de una vidente, ya famosa gracias a su trabajo y a su amigo honorable.

Después de todo ello, y poniendo a la ciencia por testigo, podemos concluir que se trata de una historia carpetovetónica (lástima que no exista aquel Celtiberia Show, de Luis Carandel, en Triunfo), protagonizada por una gallega y un político catalanista que, en estos momentos, está reclamado por el Parlament para que dé explicaciones de sus actos sobre un dinero, millones de euros sin definir exactamente su origen, y que parece asunto gravísimo. Pero a mí, créanme, me parece mucho más importante el que una persona así sea creyente de huevos duros, que se encuentre mejor de sus males y que, además, haya podido hacer negocio con ellos. Esto más propio de un Cortadillo.

Por eso, a partir de ahora, estaré más atento a las declaraciones de Adelina que a las de Pujol por no sé qué herencia de su padre que, por cierto, dicen que empezó su carrera como contrabandista. Más a Adelina que a los 7.000 millones de euros que los Pujol tengan en paraísos fiscales, que de eso estamos acostumbrados en este país de gánsteres, aunque no, desde luego, de soberanistas creyentes en la magia de los huevos duros. Quien lo ha visto y quién lo ve (me refiero a ambos síntomas, pero sobre todo a la comisión arrebatada a la pobre Adelina. "Puyol se hizo rico a costa mía"). Y por la importancia del caso, en lo que hasta ahora se ha comprobado, propio más de la literatura de rufianes y de la decadencia cultural y moral de un nuevo patio de Monipodio, continuará.