Ignacio Olague publicó en 1974 La revolución islámica en Occidente, titulada también Los árabes no invadieron jamás España, donde argumentaba que la expansión del Islam no fue fruto de una conquista militar, sino de la superioridad de la cultura islámica, mucho más avanzada que la visigoda en los más diversos dominios: matemáticas, medicina, comercio, técnicas agrarias, artes, etcétera. Es una teoría discutida y discutible, que, al cuestionar la conquista militar, cuestiona la Reconquista iniciada en Covadonga (lugar en el que, por cierto, según las crónicas árabes, Al Qama pasaría de Pelayo diciendo: «Treinta asnos salvajes, ¿qué daño pueden hacernos»). Lo indiscutible es que el Califato de Córdoba, dos siglos y pico después, fue una luminaria en todos los órdenes. A su lado el naciente califato del Estado Islámico, impuesto a sangre y fuego, parece una broma macabra.