Imputado es la palabra de moda en la Región desde 2006, cuando empezamos a darnos cuenta de que esa California de oro en la que -nos vendían- se iba a convertir Murcia, en realidad desprendía un extraño tufillo. No les falta razón a los que dicen que imputado no es sinónimo de condenado, y que la historia judicial está llena de personas que quedan libres de cargo después de pasar un vía crucis por los juzgados, como también es verdad que los patios de las cárceles están repletos de inocentes. Vivimos en una Región donde no solo no se aparta a los imputados de la vida pública -al menos, mientras dure la investigación sobre ellos-, sino que además se les jalea, se les arropa, se les promociona. Es más fácil pensar que hay un contubernio secreto y maligno que se inventa informes bancarios, expedientes tributarios y documentos técnicos que cuestionan sus decisiones políticas. Yo les propongo que vayan más allá y que declaren un día del año como Día del Orgullo del Imputado. Que saquen carrozas a la calle, que seguro que tienen su público. Mientras tanto, no nos queda otra que esperar la rebelión de los políticos honrados. Que en esta Región los hay. Me consta.