El delegado del Gobierno se negó a declarar. Su situación procesal es más que delicada y, ya se sabe, cualquier cosa que diga puede ser utilizada en su contra. En su contra y en la de ´autoridades de muy alto nivel´ que pudieron participar en el proyecto de Novo Carthago. El consejero de Agricultura Cerdá sí declaró, pero se fue por las ramas. La memoria flaquea cuando lo que hay que recordar es comprometedor. Cuando hay que recordar reuniones entre las partes en San Esteban bajo el auspicio de quien tenía poder para auspiciarlas. Cuando hay que recordar supuestos encuentros al más alto nivel en yates, hoteles de lujo, grabados por cámaras de seguridad pero cuyas imágenes no pueden ser incorporadas a la causa porque nuestro sistema de Derecho es garantista y en aplicación de la Ley de Protección de Datos han tenido que ser borradas.

Ahora bien, que no puedan ser utilizadas en el sumario no significa que no existieran. El propio juez instructor las ha visto y por lo que se deduce del interrogatorio lo han puesto sobre la pista. Siete de las catorce preguntas que le hizo al consejero dejaban entrever que el expresidente Valcárcel bendijo el proyecto. Un proyecto urbanístico que incluía la construcción de viviendas en zonas protegidas junto al Mar Menor.

Bascuñana será el primero en caer y después ya nadie estará a salvo. Hasta ahora Madrid ha dejado hacer. Que cada cual resuelva sus asuntos domésticos en casa. Bastante tiene Rajoy con la Gürtel, lo de Bárcenas, los sobresueldos, los sobres con billetes de quinientos euros y todo lo que colea, para apechugar con lo que pase en Murcia mientras su partido siga ganando aquí elecciones. Pero una delegación del Gobierno es otra cosa. La imputación ha trascendido los límites regionales y es ya noticia nacional. Así que Bascuñana tiene que caer. ¿Cuándo? Más pronto que tarde. Antes quizá de que usted lea estas líneas.

A Garre le ha tocado adelantar la noticia. Anunciar la dimisión del máximo representante del Estado en la región no es plato de buen gusto. Más, si cabe, cuando el cese obedece a razones de presunta corrupción. Pero hay que marcar distancias. Por eso, cualquier eufemismo es bueno. «Políticamente, Bascuñana tiene las salidas que todos ustedes conocen», vino a decir. ¡Hay que ver qué trabajo cuesta pronunciar la palabra ´dimitir´! Lo que no aclara Garre es lo que va a pasar con los demás. Si Bascuñana es cesado por estar imputado, ¿por qué no cesar también a Cerdá? Al fin y al cabo las mismas acusaciones pesan sobre uno y otro. ¿Y por qué no también a Pedro Antonio Sánchez que, aunque en un asunto de otra naturaleza, también está imputado? ¿O a Miguel Ángel Cámara, que ahora quiere convertirse en senador aforado?

La situación del Gobierno regional hace ya tiempo que resulta insostenible. La descomposición institucional ha llegado a un punto de no retorno. Lo sabe bien el consejero de Educación que ha pedido voluntariamente acudir a declarar. Será porque está convencido de su inocencia pero también porque quiere que su caso se resuelva, en un sentido o en otro, de una vez. Sabe que después de la dimisión de Bascuñana ya nada será lo mismo. Que mientras siga imputado no habrá forma de mantener una mínima normalidad institucional ni de aspirar, claro está, a ningún tipo de sucesión. El tiempo, veloz como el viento, corre en su contra, y su posición se debilita cada día que pasa y estallan en su partido nuevos escándalos de corrupción.

Que Bascuñana sea el primero en caer anuncia un cambio de tercio. Hasta no hace tanto el PP hubiera aguantado al imputado en su cargo. Pero tras los pésimos resultados de las elecciones del 25M han cambiado las tornas. El efecto dominó está garantizado.