Raúl Martínez tiene 32 años y desde hace diez se desenvuelve a diario en una silla de ruedas. Un accidente de moto en abril de 2004 le cambió la vida a él y a todos los que le rodeaban. Por desgracia, algunas personas se han deshumanizado tanto que hasta los que en teoría deben ser los protectores del orden, se han dejado llevar por la moda de la desidida. El 21 de febrero, un agente de la Policía Local de Murcia multa con 200 euros a nuestro protagonista porque su coche estaba estacionado en una plaza reservada para personas con movilidad reducida. Dando por hecho que debería haber dejado en un sitio visible el documento que le otorga el derecho a ocupar estas plazas, el señor agente tampoco se esforzó lo mínimo en mirar por la ventanilla antes de crecerse y sacar la libreta de la justicia. ¡Todo un héroe! Hasta un niño de guardería aprecia a simple vista que un coche que lleva un adaptador en el volante y algo parecido a lo que podría ser un acelerador en el salpicadero, no es un automóvil normal. Pero en este caso no fue así. Tras presentar un recurso, el 11 de abril le llega la respuesta desfavorable que dictamina que la resolución «no desvirtúa la presunción de veracidad de los hechos». El 5 de mayo se ingresaron los 200 euros de la denuncia. ¿Afán recaudatorio o incompetencia? Ojalá mi hijo conozca un mundo mejor que el mío.