Josep Tarradellas, en su primara visita a la Moncloa con Suárez de inquilino, cosechó un auténtico fracaso en sus conversaciones con el presidente. Al salir y encontrarse con los periodistas vino a decir que la entrevista había sido un éxito y que se marchaba muy contento para Cataluña porque habían coincidido en muchas cosas, asombrando a un Suárez que siempre reconoció en el político catalán a un hombre de Estado. Y no nos imaginamos a Artur Mas haciendo lo mismo hoy porque ese perfil de político es lo que falta en estos momentos en la vida pública española, algo que se hace más evidente ahora cuando algunos aprovechan que el Pisuerga de las elecciones europeas pasará por el Valladolid de las próximas en el 2015 para montar un debate artificial sobre la monarquía española, intentando culparla de todos nuestros males como algunos procuraron poner de manifiesto en el Parlamento, en el acto de votación de aceptación de la abdicación de Rey como Jefe del Estado, que buscaron convertir en un pronunciamiento sobre la monarquía.

El discurso que los partidos nacionalistas vienen manteniendo en estos momentos es de un cinismo absoluto. La mayoría de ellos gobiernan, han gobernado sus territorios, o han formado parte de Gobiernos de coalición, colaborando firmemente en los muchos desajustes que la democracia muestra y que hay que solucionar ya, como la escandalosa politización de la Justicia, que pone trabas a la erradicación de la insoportable corrupción, que también habita en sus filas.

Por cierto, oyendo a Cayo Lara nos quedamos asombrados de la capacidad de olvido de algunos seres humanos. Da la impresión de que en la transición la aceptación de la monarquía como forma de Estado solo fue cosa del PSOE „este partido se abstuvo y el PCE votó a favor„ y algunos que pasaban por allí, y que los comunistas, ahora IU, no tuvieron nada que ver en aquello. Le recomendaría que se leyera a Santiago Carrillo, entonces secretaria general de su partido; se lo ha leído poco.

Y me gustó, me gustó la intervención de Alfredo Pérez Rubalcaba porque el PSOE no debe, no puede dejarse llevar por las olas del momento, entre otras cosas porque un partido con vocación de gobierno ha de ser de fiar, ha de cumplir con sus compromisos adquiridos en la gobernación del país. Un partido de gobierno no puede ´cantinflear´ a la más minima oportunidad y, en esta marea populista que nos invade „«Los populistas ofrecen soluciones falsas a problemas reales», Michael Ignatieff dixit„ lo fácil seria caer en esa trampa, pero ahora hacen falta hombres de Estado que no pierdan los nervios a la menor ocasión. Hacen falta políticos que sepan el valor de la palabra dada y de los compromisos adquiridos y el PSOE alcanzó un compromiso con la Constitución española de 1978, como norma suprema del ordenamiento jurídico español; como lo adquirieron también otros que ahora parecen olvidarlo.

Creo que quizás es el momento de desmitificar la república porque las dos experiencias nuestras no son como para tirar cohetes. La primera porque fue un suspiro; la segunda porque seguramente llegó en un momento de gran crisis económica que no se presentaba como lo más recomendable para los muchos cambios, para las infinitas reformas que este país necesitaba, sí, pero que quizás la república afrontó con una cierta precipitación, con demasiada prisa en un país que requería de mucha calma.

Por eso sería bueno que se centrara el debate, no en una u otra forma de régimen y sí en decidir entre democracia o no democracia, porque ahora también necesitamos de mucha templaza al estar aquejándonos los mismos problemas de hace muchos años: una gran crisis económica, a la que hay que añadir unos recortes que están produciendo la desaparición de gran parte de la clase media.