Comprobamos cómo cada día se hace más necesario hablar un idioma extranjero y cómo, en respuesta a esa necesidad, la población demanda cada vez más no sólo una enseñanza de calidad, sino también unas certificaciones que refrenden el conocimiento adquirido y le sirvan de 'justificantes' a nivel internacional.

La enseñanza de idiomas, no obstante, nunca ha sido un tema importante para los sucesivos gobiernos de este país y, hoy en día, seguimos observando incluso cómo nuestros adolescentes pueden cursar sólo un idioma extranjero obligatorio en la ESO, mayoritariamente el inglés. Todos sabemos que el dominio de la lengua inglesa es absolutamente necesario pero la UE recomienda desde hace años el conocimiento de al menos dos idiomas aparte del idioma materno para todos los ciudadanos europeos.

Si en el marco de la enseñanza oficial no podemos cursar más de un idioma obligatorio y si el abanico de ofertas es tan reducido (en la ESO difícilmente se puede estudiar otro idioma que no sea inglés; en menor medida, francés y, de manera testimonial, alemán?), los ciudadanos no tienen más remedio que acudir a las Escuelas Oficiales de Idiomas para recibir una formación especializada y adquirir una competencia en lengua extranjera.

En las EEOOII de la Región de Murcia, unos 19.000 alumnos presenciales acuden para formarse. Las Escuelas de Idiomas son, por tanto, necesarias y, pese a que todos reconocen el papel importante que desempeñan en nuestra sociedad, sin embargo, la administración educativa sigue sin prestarles toda la atención que requieren.

El recientemente nombrado presidente de la Comunidad Autónoma ha realizado algunas modificaciones en el Ejecutivo regional y las Escuelas Oficiales de Idiomas han vuelto a cambiar de área y de responsables. Hasta hace unas semanas estaban ubicadas en el Servicio de Enseñanzas de Régimen Especial que tenía su propia Dirección General. Dicho Servicio acaba de desaparecer y las EEOOII pasan a depender de la dirección general de Universidades, según el Decreto de Consejo de Gobierno nº 44/2014, de 14 de abril, por el que se establecen los órganos Directivos de la Consejería de Educación (BORM, 15 de abril).

Por un lado, ver cómo por primera vez, al asimilarnos con la enseñanza universitaria, se nos da una relevancia y un estatus que nunca antes nos habían sido reconocidos, puede ser alentador pero, por otro lado y una vez que se ha pasado el efecto sorpresa, nos damos cuenta de que se nos priva de una Dirección General propia y específica que centre todos sus esfuerzos y dedicación en ocuparse de unas enseñanzas que necesitan regulación, reconocimiento, unificación entre las distintas comunidades autónomas y un largo etcétera.

Tal vez hayan colocado a las EEOOII en la dirección general de Universidades para otorgar a los idiomas la importancia que tienen o tal vez es que no sabían dónde colocarlas. La realidad es que no sabemos muy bien en qué va a quedar todo esto en la práctica.

Las universidades disponen de un Servicio de Idiomas que siempre ha mirado con recelo a las Escuelas de Idiomas. Mientras dicho servicio organiza pruebas de dominio para el nivel B1, las EEOOII llegan al nivel B2; aquel es un centro examinador de instituciones privadas pero no certifica, mientras que las EEOOII sí certifican. El Servicio de Idiomas forma, nosotros también.

¿El hecho de incluirnos en la dirección general de Universidades quiere decir que vamos a empezar a trabajar conjuntamente por el bien de todos? Hace ya muchos años, cuando Magisterio y Turismo pasaron a ser Escuelas Universitarias, las Escuelas de Idiomas se quedaron donde estaban, y siguieron siendo enseñanza no obligatoria, la academia barata donde acudir para conocer a gente y para ampliar formación asistiendo a unas clases de calidad impartidas por docentes preocupados por su materia y por hacer que sus alumnos adquieran todo el bagaje necesario para poder desenvolverse fuera de España.

Tampoco podemos obviar que los docentes de las EEOOII han visto cómo la calidad de la enseñanza no es el factor prioritario de una Administración que, al incrementar el número de grupos a cargo de cada uno de ellos, ha reducido en la actualidad el número de horas de clase semanales que los alumnos reciben; este hecho conlleva una merma en la dedicación y en la atención personalizada a cada alumno.

Simplemente esperamos de la Administración que escuche al colectivo de profesores de Escuelas Oficiales de Idiomas que sólo pretende que sus condiciones de trabajo sean las más acordes para perseguir el objetivo de que los españoles alcancen un nivel de competencia idiomática equivalente al de los ciudadanos del resto de países de la Unión Europea. Esto se consigue con unas aulas no masificadas, con un número de horas de dedicación al alumno suficiente para trabajar todas las competencias con el mismo rigor y con un número de grupos razonable por profesor. También, por qué no decirlo, con una dotación económica suficiente para poder atender a todos los ciudadanos tal y como se merecen.