Queridos hermanos:

En su comunicado en referencia a las elecciones al Parlamento Europeo del comité ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española (CEE) afirman en su punto 2 lo siguiente: «Es importante que los aspirantes por primera vez al Parlamento Europeo o a los que buscan renovar su escaño sean conscientes de los daños colaterales de la crisis económica y bancaria que comenzó en 2008». ¿Ustedes consideran que un desahuciado o un parado o una persona mayor a quien prácticamente le han quitado la Ley de Dependencia es un mero daño colateral?

Queridos hermanos obispos, no son daños colaterales, son personas con nombres y apellidos, con sus biografías, llenas de amor y tristezas, de esperanzas y pérdida del sentido de la vida, no como consecuencia de una crisis económica, sino de una estafa financiera, y si no, pregúnteselo a sus amigos o conocidos banqueros, financieros, ricos y políticos cómplices. Sí, esas personas de quienes ustedes están tan al lado y a cuyos actos van cuando son invitados sin ninguna dificultad, sonriendo y con sus vestimentas sin una arruga. Cuando los padres no tienen para dar de comer a sus hijos o los van a echar de sus casas. ¿pinesan usted que que quieren que les digamos son un daño colateral?

Son personas a las que se ha despojado de su dignidad y de futuro y se les ha hurtado el sentido de la vida, porque los han condenado a la pobreza y a la precariedad de por vida. Y los causantes también tienen nombre y apellidos y son conocidos por ustedes: Botín (Banco Santander), González (BBVA), Rosell, Rajoy, Merkel, Dragui (Banco Central Europeo), Montoro, De Guindos, Lagarde (FMI), Obama, Sánchez Galán (Iberdrola), Fainé (Caixa), Ron Gumil (Banco Popular), Borja Prado (Endesa), Manuel Manrique (Sacyr), el rey Juan Carlos, Zapatero, Ordoñez y Linde (Banco de España), Zoido (Bolsa Española)€ Estos causantes de esta estafa financiera la han utilizado para empobrecer a la gente hasta dejarle con muy poco mientras ellos siguen enriqueciéndose más y más. ¿Se han planteado por qué ustedes acuden a los actos oficiales y de alta política o alcurnia y no van a las manifestaciones que reclaman dignidad y justicia? Esa dignidad y justicia que Jesús de Nazaret vivió y transmitió en su mensaje y con su propia vida y como consecuencia de esto fue crucificado. No me imagino a Jesús en la fiesta de Herodes o de Pilatos. Jesús estuvo con el pueblo en conflicto con ellos. Acuérdense de la escena cuando Jesús entra en el templo y arremete contra los cambistas y los usureros, en definitiva, los banqueros.

No encubran la avaricia, la codicia, la violencia, la soberbia, la arrogancia, la manipulación, la mentira de los poderosos económicos y de sus políticos-funcionarios. No encubran a los que han secuestrado la democracia y han dicho que la justicia social no existe y no va a existir. Ustedes los conocen. ¿Se atreverían a decirles públicamente que por su avaricia hay niños que cogen bocadillos de las papeleras en las escuelas o que se acuestan sin tomar nada? ¿Por qué no se atreven? ¿No será porque también son cómplices? Los que tienen las grandes fortunas no pueden condicionar nuestra fe ni hacer desparecer la dimensión profética. Muchos constructores han colaborado en arreglo de templos o en su construcción, constructores que han fomentado la especulación urbanística, que se han enriquecido y que han dejado tirados a miles de pequeños autónomos y que con el paso del tiempo se han visto obligados a ir a los mercados semanales en los pueblos a comprar las sobras que se tiran a los contenedores de basura.

Todo esto es consecuencia de quienes están consolidando ese capitalismo que, como dice el hermano Francisco, mata, un capitalismo que está llevando al planeta a su fin, lo está destruyendo y poniéndolo al borde de la tragedia con el cambio climático. Ustedes siguen insistiendo en que el mayor problema es el secularismo y creo que no; es el capitalismo que cercena la vida y que dice que hay millones de vidas desechables. Ustedes están preocupados por si se quita el crucifijo en las escuelas o no, o se quita el crucifijo que aparece cuando los ministros juran sus cargos. No se preocupen de eso, lo importante son los crucificados, esas personas que mueren de hambre, que viven los conflictos bélicos, que están siendo empobrecidos, a quienes los capitalistas dejan en la cuneta de la sociedad y los Gobiernos pasan a su lado y les dicen: «Habéis vivido por encima de vuestras posibilidades», esas mujeres que sufren violencia de género, los parados, los que tienen un trabajo precario... Es doloroso ver un crucifijo en la toma de posesión de los ministros cuando toman decisiones contrarias al evangelio, es decir, que aumenten los pobres y sean más pobres.

Ustedes dicen que el hermano Francisco en la visita Ad Limina os ha dicho que escuchéis a la gente, pero para escuchar a la gente hay que estar con la gente día a día y sobre todo con los empobrecidos y con la gente que lucha. ¿Por qué van donde se reúne la ´alta sociedad´ y no van donde se reúne la gente para luchar? No se lo tomen como una ironía, pero el evangelio es un buen sonotone para escuchar a la gente.

La gente les necesita y les espera en sus barrios, en sus casas y en sus luchas. De verdad ¿piensan que cuando llega una comisión judicial junto con el procurador del banco y la Policía Local y el desahuciado les da un beso a su mujer que tiene una depresión por culpa de los banqueros y políticos cómplices y a su hijo de pocos años y sale al balcón y se suicida es un daño colateral?