Buda, Yahvé, Mahoma „vaya trío„, o sea, Carlos Collado, Ramón Luis Valcárcel y Alberto Garre. El marco y la ocasión merecían la reunión de los tres políticos murcianos. Faltó el breve Hernández Ros sin olvidar a la expresidenta María Antonia Martínez, recordada en los ejemplos escolares del mal uso de la gramática.

´Habían´ tres varones políticos, pues. Así quedará bien reflejada en la memoria personal y en las hemerotecas la continuidad institucional. Con esa escenificación, a la que se prestó encantado de conocerse el primer presidente de la Región, el profesor Collado, quedaron bien patentes dos cosas: una, que a falta de legitimación por los votos ciudadanos del nuevo presidente Alberto Garre bastaba con presentar una ´imagen´ de continuidad de la institución, y para ello „qué poco originales somos los humanos„ era suficiente con escenificar el concepto por medio de una imagen, la que hizo visibles en el mismo lugar las presencias y las figuras del trío famoso; y dos, que dicho juego escénico era más importante, al fin y al cabo, que los discursos que se pronunciaban en la sesión parlamentaria donde el candidato y a la sazón presidente electo in pectore, conocida por todos su elección a dígito, iba desgranando su programa de Gobierno. Por supuesto, también mucho más importante era aquel símbolo de continuidad como remedo de legitimidad democrática que las casi palabras de amor de la oposición socialista y de izquierdas en general, palabras de suave crítica que apenas traslucían un mínimo de la frustración y la rabia que siente el murciano de la calle cuando hablas con él de política, de economía o de la sopa, da igual.

La Asamblea Regional, que ocupa un puesto muy alto en el ranking de falta de transparencia de las instituciones, daba cobijo a un relevo de poder con la más oscura, democráticamente, de las ceremonias. Una ceremonia de institucionalismo mágico. Y allí estaba Collado, quien con su pasividad hundió el socialismo murciano para los restos. Allí las sombras de las corruptelas políticas y económicas de unos y otros, de cualquier signo, no llegaban; porque todo era noche, oscuridad democrática, cerrado y representación.

Es cabal que el nuevo don Vito mantenga en la falda del Gobierno a dos imputados por la judicatura. ¡Qué más da! Duerme bien quien no tiene conciencia, o la tiene tan ancha como una sera (y me refiero ahora a cualquier político profesional de estos de los partidos que nos robaron la democracia desde estos años atrás. No es metáfora: robaron y roban, y no devuelven lo robado. (¿Usted le dejaría las llaves de su casa a alguien imputado de afanar lo público? No, al menos, si tiene niños que comen todos los días; supongo que es más prioritario eso que mantenerle su confianza).

Y en medio estaba también el saliente presidente regional, camino de Europa como quien dice, con una maleta hecha para el viaje y otra que deja en casa con la deuda más impresionante que haya dejado presidente alguno, si exceptuamos, quizá, a varios de club de fútbol.

En fin, todo un documento histórico, el pasado lunes, de los que verán nuestros nietos cuando estén aún pagando, por nuestros malos votos y nuestros silencios cómplices, las rajadas y las púas que dejan estas tres figuras de panteón „falta Cristo, por cierto„, donde está, como diría Ángel González, «todo lo que en la sombra manipula,/ compromete, corrompe, traza, borra/ el devenir de la existencia humana». O más modestamente (digo yo) donde está la incertidumbre de nuestra jodida existencia. De nuestra supervivencia los cada vez más largos treinta días hasta fin de mes, peor llevada y peor cabreada cada día más

Cómo la magia sustituye a la idea y a la realidad „al límite, también a las palabras reales, sustituyéndolas por la elocuencia de la imagen, enmudeciéndolas, por tanto„ es lo que quiso expresar el poeta Ángel González con aquel verso de su poema Realismo mágico: "Buda, Yahvé, Mahoma „vaya trío„»: las religiones vienen a corromper una sincera relación del hombre con el Misterio. Lo mismo ocurre en la política y con los políticos partidistas; estos han desacreditado el noble y transparente ejercicio de la política. Confiemos en que vendrán hombres más jóvenes para barrer la casa.