Tocan tiempos de despedida en el Gobierno de la Comunidad y los actos simbólicos se aceleran a medida que se acerca el momento del adiós definitivo de Valcárcel.

Sería injusto decir que en estos veinte años la Región de Murcia no ha cambiado y mejorado con respecto a la situación de partida, pero lo que ya no está tan claro es si se ha producido gracias al Partido Popular o a pesar de su gestión. Muchos pensamos que ha sido demasiado largo y propiciado por una oposición que ha actuado de una forma incluso menos responsable que el propio Gobierno.

Al echar un vistazo al panorama que nos deja podemos hablar de las tasas de paro de nuestra Comunidad, de la renta per cápita de nuestros ciudadanos o de los salarios que cobramos. Murcia no ha desarrollado su propia industria y la actividad económica se ha centrado en la Administración pública, los pelotazos en el ladrillo y los grandes proyectos inacabados.

Tenemos una enorme Administración pública llena de puestos de libre designación plagada de duplicidades en la gestión mientras se recortan los sueldos de los funcionarios públicos, los que verdaderamente hacen todo el trabajo.

La sanidad y la educación desmanteladas en una apuesta clara por la gestión privada que nos ha llevado a unos índices culturales a la cola de Europa, a unos centros sanitarios que no cubren nuestras necesidades básicas y a un endeudamiento que tardaremos generaciones en poder pagar.

En infraestructuras tenemos autovías de pago que nos han costado un riñón y que nadie usa mientras las vías públicas se deterioran y son incapaces de absorber todo el tráfico creciente. De los trenes ni hablamos porque disponemos de una red de ferrocarriles regionales más propios del siglo XIX que del XXI y seguimos esperando en AVE milagros en vuelo soterrado.

Lo del aeropuerto parece de chiste si no fuera porque lo pagaremos todos. Un aeropuerto internacional en Alicante, otro en San Javier ampliado por el Estado, pero nuestro presidente decidió tener su propio lugar para pasear perritos a imitación de sus compañeros del norte. Podemos mirar a su niña de los ojos: el parque temático de nunca acabar.

Para Lorca ha sido especialmente nefasta su gestión y se acumulan los proyectos prometidos y nunca cumplidos como las rondas de circunvalación, las infraestructuras ferroviarias y de carreteras o inversiones en centros culturales, sanitarios o educativos. Para colmo, su gestión ha aniquilado cualquier posible reconstrucción de la ciudad tras las catástrofes naturales de estos últimos años. Aquí siempre recordaremos que para lo único que lo hemos visto ha sido para hacerse la foto en precampaña mientras el instituto Ros Giner sigue sin solución junto a muchas otras infraestructuras deportivas, educativas o sanitarias.

Mientras todo eso ocurría la corrupción se ha ido extendiendo por todas partes como una plaga y lo cubre casi todo.

Ahora Valcárcel es ´ascendido´ por méritos propios y amenaza con su gestión europea mientras aquí se queda Alberto Garre como sucesor gracias a su 'dedo', ya que los tribunales han impedido de momento que su ahijado político reciba su herencia. A la espera de ver las acciones políticas de Garre, hombre de partido, tampoco hubiera cambiado mucho la forma de hacer política de Pedro Antonio Sánchez de su antecesor, como ya demostró en sus años de gobierno en el ayuntamiento de Puerto Lumbreras en el que ha dejado multitud de proyectos sin terminar y una deuda que paraliza el municipio para generaciones venideras. En algo se parecen ambos y es en que lo que gobiernan lo acaban dejando en la ruina.

Cada día se hace más necesario un cambio real en esta región y queda más claro que nos merecemos algo mejor que lo que tenemos y lo que se nos propone.