Las etiquetas nos informan sobre un sinfín de cosas. En tiempo de rebajas, los precios se convierten en protagonistas indiscutibles que atraen y distraen nuestra mirada. No por ello hemos de perder el sentido común, dejándonos llevar por una especie de fiebre compulsiva que induce a comprar, sin ton ni son, lo que ni siquiera vamos a utilizar. La atracción del etiquetado puede convertir el menor precio, en el mayor gasto. Las etiquetas son un referente básico en la compra-venta de los diferentes productos, facilitando la elección personal según la necesidad, interés o circunstancias de cada cual.

Sin embargo, no son pocas las veces que podemos equivocarnos cuando etiquetamos a las personas. Una cosa es la etiqueta a seguir según el protocolo y otra, muy distinta, el tildar de algo negativo a los demás por defectos o errores cometidos. El respeto es condición sine qua non de la buena convivencia. Es frecuente que haciendo caso omiso de etiquetados improcedentes, descubramos lo mejor de cada persona. Etiquetar para distinguir, sí; etiquetar para despreciar, no. Estrenamos las esperadas 'Rebajas de Enero' como trampolín para subir la empinada cuesta de este mes que año tras año tratamos de escalar. Las gangas al alcance de todo el mundo son el acicate para seguir buscando a bajo precio la mejor calidad. Las etiquetas son cambiadas o transformadas en aras de llamar la atención del cliente que deambula con cierto aturdimiento entre tanta oferta.

Hay quienes sin saberlo se etiquetan a sí mismos por su descontrol al tratar la mercancía. En los grandes almacenes revuelven prendas y etiquetas con el consiguiente deterioro de ropa y complementos. Dicen que todo va incluido en el precio pero, aun así, resulta un tanto deprimente el asalto a las rebajas. En ellas también se conoce al caballero, además de la mesa y en el juego. Cada cual sabe su etiqueta. Electrónica o artesana, las hay para gustos y disgustos: blancas, negras y de colores. Brillantes y mates. Transparentes y opacas.

El etiquetado puede ser sencillo o complicado. Cuando compramos algo, miramos las etiquetas que lleva para saber su composición, precio y calidad; talla o tamaño. Referencias diversas que aúnan las características principales del producto. Cuando vemos las cosas sin etiquetas no nos fiamos y mucho menos cuando la llevan falsificada. Hay etiquetas de determinadas marcas que todo el mundo reconoce. Un año más vamos a las Rebajas en busca del mejor precio en aquello que necesitamos.

¡Ojo a las etiquetas!