Se conoce en el mundo de la neurología al efecto cocktail party o cóctel como el mecanismo mediante el cual nuestro cerebro es capaz de filtrar o seleccionar determinados sonidos en detrimento de otros. Esto se entiende perfectamente al imaginar la siguiente situación: una fiesta con numerosos y ruidosos invitados junto a una música alta.

Ante ese escenario, es posible que conversemos con alguien, y que, pese al murmullo existente, seamos capaces de centrarnos únicamente en los sonidos que emite nuestro interlocutor, sin que interfieran las decenas de voces existentes, o el machacón y ruidoso estribillo de la canción que apenas nos deja escuchar nada más.

Es decir, que nuestro cerebro selecciona, escoge, pero sobre todo desecha aquello que no le importa, con independencia del volumen, o la insistencia, si lo que le interesa es un breve susurro entre el estruendo y viceversa.

Hace unos pocos meses el presidente del Gobierno compareció en el Senado ante los diputados nacionales para explicar, o intentarlo, o parecer que explicaba, todo lo relacionado con los célebres 'papeles de Bárcenas'. Antes de eso, la presunta contabilidad en 'B' del partido ocupó numerosas portadas de los principales diarios, tanto digitales como convencionales, y las correspondientes tertulias y programas informativos.

Pasados unos meses, y pese a que lo conocido no desmiente lo publicado, Rajoy no ha sabido (o querido) explicarse, y la realidad es que los 'papeles de Bárcenas' ya no ocupan ni el espacio ni la atención que antes. Ni siquiera el registro de la sede popular nacional alcanza los hitos que consiguieron los SMS que Rajoy se cruzó con el extesorero, o los finiquitos en diferido.

Tampoco la ciudadanía se siente alarmada como hace meses, ni provoca la indignación general conocer que exministros como Matas soliciten un indulto, que Blesa salga de prisión, que Fabra sea condenado, o que el exconcejal de Urbanismo de Murcia Fernando Berberena sea fotografiado junto a promotores inmobiliarios en un yate en los días cercanos a la aprobación de asuntos en Pleno de su interés.

Se produce en la sociedad una especie de 'efecto cóctel'. Es decir, repasamos la portada de nuestro diario digital favorito y somos cada vez más capaces de desplazar el texto tranquilamente hacia abajo aunque el juez Ruz decrete otro registro en la sede de Génova 13, y todo ello si un poco más abajo aparece otra noticia más novedosa, aún siendo menos importante.

Consiguen los corruptos y sus cómplices políticos ganar la batalla si alargan los procesos, aguantan, resisten. Porque el 'efecto cóctel' juega a su favor, y se convierten en la música de la fiesta, haciendo ruido, pero sin ser el centro de atención, casi como si no existiera, un atrezzo necesario. Un escándalo.