La belleza, según la definió el novelista Stendhal, se parece mucho a una ´promesa de felicidad´ (bonheur). Si miramos hacia atrás sin ira, nos asombraremos de lo felices que fuimos aquellos años que vivimos peligrosamente. Nos esperaban al final del camino algunas consecuencias, pero nada nos arredró entonces.

Tiene gracia que cada semana nos despierte la Comisión Europea con un nuevo chorro de agua fría, con otra denuncia de un uso indebido de los dineros públicos en España. Por una parte, como si no estuviéramos ya todos al cabo de la calle de esos tejemanejes; bien despiertos ya de aquel bello sueño. Por otro lado, a buenas horas mangas verdes, ahora viene Europa a denunciar y a hacer ver lo que entonces, cuando ocurría, le pasaba inadvertido. No será la última de las noticias sobre este tema la protagonizada por el comisario europeo Joaquín Almunia, quien ha sacado a la luz los trapicheos entre las Administraciones públicas y los grandes equipos de fútbol, los cuatro o cinco clubes que cortan el bacalao de la Liga y la Pasta „¿que viene del fútbol?„ que va al fútbol y desaparece. Era, hasta hace pocos años, tan normal que los políticos presumiesen de ayudar a los clubes, claro que con dinero de todos, no suyo. Eso era populismo y una forma de falacia demagógica que atraía votos e imagen pública benefactora. Aquí, en Murcia, cuánto se ha ayudado al Real Murcia, luego a la empresa que tomó el nombre del histórico Real Murcia. Algún día sabremos cuántos dineros se dieron para que los hermanos Samper pudieran seguir invitando cada domingo al palco a las autoridades políticas.

Entonces no asociábamos ese uso pródigo, por parte de los políticos, de los dineros públicos, con desatender a otras necesidades sociales. Creíamos que había para todo. Se podía ceder un terreno o recalificarlo favoreciendo a un grupo sobre el resto de los intereses de la Comunidad, y no pasaba nada. De la Condomina se pasó a la Nueva Condomina, y no pasó res, que diría Artur Mas. Sin embargo, había un pacto implícito con los políticos de entonces, que son los mismos, casualidad, que los de ahora: circo sí, pero pan también, y antes, PAN. Panes et circenses, pan y circo, señores, pero primero comer; luego, si sobra, para el fútbol: primero, pan, trabajo, tener agua caliente en casa, luz barata, calefacción necesaria, incluso tener casa donde alojarse, pensiones de jubilación dignas, etc, y si les sobra, derrochen, derrochen los dineros de todos.

Está visto: o no pensaron en que las cosas podían venir mal dadas o bien que los administradores de la caja del dinero tenían otros pensamientos en su billetera, quiero decir, escondidos en su alma, y que nunca, nunca pensaron cumplir aquel pacto de primero pan, luego fútbol o, en otros términos, primero vivir medianamente bien todos, el pueblo soberano que vota, y luego enriquecerme yo y mis amigos. Ahora, con lo sabido, no culpemos de delincuentes e inmorales a los políticos; sólo que tenían ellos otro orden de prioridades. Primero, ser rico yo, que para eso soy el que mando€ Nos queda una palabra de esperanza, pues: esperemos que cumplan algún día con nosotros€ si no son mentirosos.