Como era de esperar, la recuperación económica pronosticada hace unas semanas por el Gobierno se va a notar ya en los nuevos recortes de las nóminas de diciembre de los empleados públicos de la Comunidad de Murcia.

El consejero Bernal piensa recuperar del destino de los funcionarios murcianos un 40% o 45% en las nóminas de diciembre de este año y del que viene. Recupera, así, doscientos millones de euros, metiéndole mano al salario de los empleados públicos de Educación, Sanidad, Administración local y autonómica, en fin, a todo lo que se mueve bajo el cañón de su competencia autonómica.

Con ese botín, que entregará al presidente Valcárcel, éste pondrá pagar el aval del dichoso aeropuerto: doscientos millones largos de euros, puestos uno sobre otro, en billetes de cincuenta, hacen un montoncito; si encima ponemos en su cumbre un avión de papel, ya tenemos la realidad de ese proyecto, aquí y ahora y para los próximos treinta o cincuenta años; es decir, para cuando estén jubilados o criando malvas los que hoy son funcionarios de la Comunidad murciana y han sido los forzados inversores, con sus propios dineros menguados, del aeropuerto.

Ningún otro de los funcionario del Estado central, dependientes del ministro de Hacienda, señor Montoro, pondrán presumir de tamaño sacrificio, visión de futuro y generosidad hacia las futuras generaciones.

Esos funcionarios, que a diferencia de los nuestros, de Murcia, cobrarán sus extras íntegras, no saben lo que es la satisfacción de colaborar con los sueños de un hombre, incomprendido, solidario con el progreso, ávido de aventura y riesgo inversor, extraordinariamente hábil en generar inversión pública y privada para un proyecto tal como ese (otra vez hay que decirlo con mayúscula), el aeropuerto. Como la hipóstasis primera o la Entelequia, el aeropuerto de Corvera está proyectado en la Tierra (en un lugar concreto de la Tierra) pero pertenece al Cielo; el Cielo es su lugar verdadero, y por esa abstracción se merece todos nuestros sacrificios.

Amén.