El próximo lunes, 30 de septiembre, se celebrará el ´Solemne Acto de Apertura del Curso Académico 2013-2014´ en las Universidades públicas de nuestra Región. Recordemos que desde hace un tiempo y con la sana idea de reducir costes, en vez de realizar dos actos independientes, se realiza uno conjunto alternando el lugar de celebración.

Este septiembre, cuando toca celebrarlo en la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), es inevitable echar la vista atrás y recordar lo que pasó en la Universidad de Murcia (UMU) durante la apertura del curso 2012-2013, con protestas, empujones, gritos, zarandeos y finalmente la suspensión del acto. ¿Pasará lo mismo este año en Cartagena?

Como comprenderán, no tengo la respuesta a esta pregunta, pese a mi condición de universitario y sindicalista, aunque adelanto que hay malestar y motivos sobrados entre la comunidad universitaria para la protesta.

Teniendo presente lo que ha pasado en la Universidad de Zaragoza, donde por decisión rectoral se suspendió la celebración (con lo que no pudo haber protestas), o lo sucedido en la Universidad de Baleares (UIB), con una gran marea verde de profesores/as protestando en la puerta, un claustro de profesores (ataviados con toga y birrete) abandonando el salón de celebraciones cuando iba a tomar la palabra el político de turno (en este caso, director general de Universidades del Govern Balear) y aplaudiendo desde la balconada a los manifestantes, y comparando ambas situaciones con lo que pasó en Murcia el año pasado, reconozco que me quedo con la protesta insular.

Como ya se ha comentado, motivos para reclamar tenemos todos los colectivos que componemos la denominada comunidad universitaria y las propias universidades, por el continuo recorte (tijeretazo) en sus presupuestos y el ninguneo sistemático al que las somete el Gobierno de la Comunidad de Murcia.

Los estudiantes están que trinan con las tasas, la reducción de becas, el endurecimiento de los requisitos para optar a ellas o la posible disminución en calidad del servicio recibido a causa de las restricciones presupuestarias. Las plantillas, tanto del Personal Docente e Investigador (PDI) como del Personal de Administración y Servicios (PAS) estamos hartas de tanto recorte, de no poder promocionar ni desarrollar nuestras funciones en condiciones, de la pérdida de derechos laborales, de la reducción de salarios y para colmo, ´sobrecabreados´ por la última ocurrencia del Gobierno regional de quitarnos (otra vez) parte de la paga extra navideña.

Como consecuencia de los recortes, nuestras universidades están funcionando en precario, contratando mano de obra barata (asociados, contratos reducidos, interinos/as a media jornada, etc.), con un personal descontento, descorazonado y desilusionado, y sumidas en unas políticas de austeridad que lógicamente empeoran la calidad de los servicios que deben prestarse.

¿Hay motivos para la protesta? Pues claro que los hay, pero debería ser una protesta en condiciones, sin olvidar que no son los universitarios sino los políticos los responsables de este desaguisado, sin olvidar que las instalaciones universitarias son nuestras y de todos los ciudadanos, sin olvidar que se trata de un acto académico y, por tanto, en él debe imperar la cordura y el saber estar, que debe caracterizar a la comunidad universitaria, sin vandalismos, en libertad, pero sin abusar de ella.

Me gustaría que toda la ciudadanía (no sólo la comunidad universitaria, porque los afectados somos todos/as) saliera a la calle a protestar, me gustaría que no se impidiera a nadie la entrada al acto, que éste se desarrollase con normalidad, hasta que tomase la palabra el representante político de la Comunidad y que entonces, toda la comunidad universitaria, sin excepción, se levantase de sus asientos y lo dejasen con la palabra en la boca, sin nadie a quien dar su discurso.

Me gustaría que no hubiese empujones, ni forcejeos, ni actos de vandalismo contra el mobiliario universitario (que cuesta dinero de nuestros presupuestos), que de una vez por todas, la comunidad universitaria hiciese un frente común y que la protesta fuese general y generalizada, que imperase el espíritu universitario y sobre todo, que nuestros políticos regionales, de una vez por todas, se hiciesen eco de nuestras protestas.