Hace unas semanas se publicó una clasificación académica mundial de las mejores universidades, conocida como Ranking de Shanghái del año 2013. Esta lista no incluía ninguna universidad española entre las doscientas mejores del mundo, y solo hay diez entre las quinientas primeras. Una afrenta para nuestro país, según algunos agoreros neoliberales.

La idea de negocio/educación, tan neoliberal y de moda hoy día en los mercados empresariales y financieros, solo vale para los que se empeñan, eso sí con su dinero y ayudas oficiales posteriores, en crear instituciones de educación motivadas por las finanzas con el ánimo de lucro u otros oscuros ánimos y deseos. Las grandes empresas quieren sustituir o desbancar a la universidad de su función social, educativa e investigadora.

Los famosos rankings universitarios imitando modelos de Harvard, donde destacan 'curiosamente' las instituciones anglosajonas y americanas, dominio angloparlante tienen defensores pero también muchos detractores. Los rankings de Shanghái, chino, y el británico Times Higher Education (THE), no convencen a muchos y adolecen de servir a intereses financieros privados. Desde hace más de diez años, estos modelos de negocio/universidad los llevan impulsando las grandes empresas y poderes financieros americanos y algunos europeos.

Aquí, en España, se crearon los Campus de Excelencia para posicionar algunas de nuestras universidades en mejores puestos en esos rankings, y ya vemos lo que ha pasado. Se cortó el grifo de la pseudofinanciación y ya no se puede buscar la excelencia, ni al Gobierno del PP le interesa (especialmente al ministro Wert), si hay que cofinanciarla. Con la política de los bestiales recortes del Gobierno PP se está desmantelando la investigación pública.

El neoliberalismo, en Educación, solo piensa en términos de rendimiento económico, y llama a las personas 'capital humano', o 'clientes' a los alumnos... Para eso anhelan que la famosa gobernanza de la universidad se parezca al funcionamiento de los bancos o al de las sociedades empresariales y mercantiles.

La universidad española sin embargo, busca, con una buena gestión pública, la excelencia en la investigación (I+D+i) y la calidad docente que no controlan los famosos rankings de Shanghái y otros. Y sí, es verdad que no estamos muy buen posicionados en esos rankings internacionales. Pero, probablemente hubiera sido un prodigio que las universidades mejorasen si tenemos en cuenta que la clasificación valora principalmente la investigación, y ésta ha sufrido una importantísima sangría presupuestaria en los últimos años en España: las subvenciones del Plan Nacional para Ciencia (del que los investigadores de las universidades reciben cerca del 60%) han caído más de un 26% (110 millones) entre 2008 y 2012, y la convocatoria de 2013 todavía no se ha publicado. A esto hay que añadir un recorte general de la inversión pública en universidades de más de 1.200 millones desde 2010.

Se han publicado en los últimos años una buena cantidad de artículos científicos que cuestionan duramente las evaluaciones de esos rankings: aseguran que adolecen de rigor científico o que están plagadas de limitaciones (algo que, en cierta medida, admiten sus propios autores) para medir lo que pretenden, ese concepto tan etéreo e intangible llamado calidad a partir de unos indicadores muy parciales y discutibles, e incapaces de comparar de manera justa instituciones muy distintas. Estos rankings solo muestran datos cuantitativos, con mucha subjetividad; dan prioridad solo a la investigación y a los premios Nobel, obviando la docencia. Además, nuestro sistema educativo es menos elitista y más uniforme que el anglosajón, por lo que no se puede comparar con ellos en esas clasificaciones.

En la actualidad se está elaborando un ranking de universidades que no se centre tanto en la investigación científica. Por eso, la Unión Europea ha puesto en marcha U-Multirank en el que se analiza la calidad de la educación, la transferencia de conocimiento, la internacionalización y la contribución al crecimiento de la región. Se estima que las primeras cifras serán reveladas en 2014.

Las universidades públicas españolas juegan un papel fundamental en la creación de conocimiento, generando más de un 70% de la producción científica y técnica de nuestro país. Tienen un compromiso social de impulsar la excelencia en sus actividades formativas, de investigación y desarrollo, y de transferencia de conocimiento y tecnología en los ámbitos de interés para cada Comunidad. Es fundamental que el Sistema Universitario Público cuente con un presupuesto razonable, estable, para poder continuar desempeñando sus funciones eficazmente y con un nivel de calidad docente admisible que impulse también el I+D+i, imprescindible para el crecimiento de nuestro país.

¡Lo que cambiará la vida, las universidades y España en los próximos treinta años! Pero si es verdad, como aseveran algunos agoreros neoliberales, que en unas décadas nuestras pensiones van a depender vía Letras del Tesoro de los inversores chinos, indios y mongoles, y de las oscilaciones del IBEX, para qué querremos rankings, universidades y empresas propias, y para qué estudiar en la universidad. Dentro de treinta años, en este supuesto país irrelevante que seremos según ellos, mejor será ahorrar y comprar desde la infancia Letras del Tesoro que salven a España del peligro amarillo. Volveríamos a las cartillas/libretas de Ahorro Infantil, y seremos accionistas de nuestras propias pensiones.