Son muchos los años que llevo escribiendo en La Opinión y también son bastantes las veces que me ha tocado hacerlo el día de la Romería de Murcia, tanto en primavera como ahora en septiembre, y siempre, siempre, pienso que es imposible articular el cariño que despierta la Morenica a su paso por ciudad y huerta. Un río de romeros se desborda constantemente por todos los márgenes del querer. No importa edad o condición, la gente se apiña en torno a la Virgen guapa, más bien, se funde con Ella.

¡Vamos, vamos, vamos! Oraciones y canciones rezadas y entonadas con fervor y entusiasmo. Fe, folclore y tradición entretejen el clamor de un pueblo enamorado de su Patrona. ¡Guapa, guapa, guapa!... aplausos y vítores bajo una lluvia copiosa de flores. Ventanas, balcones y miradores engalanados, a los que asoman familias enteras que, literalmente, se vuelcan en rociar a la Fuensantica con todos los pétalos de la huerta. Entusiasmo y alegría alfombran también el camino al son de bailes típicos, canciones, saludos y un sinfín de oraciones. Encuentros esperados e inesperados. Cansancio sin queja alguna. Atentos al paso de La Virgen que atrae y enamora a toda criatura.

Paso a paso, el romero le habla y cuenta, en Ella confía y espera que le conceda cuanto le pide con rosarios bien rezados y promesas verdaderas. A lo largo del camino se reponen las fuerzas con productos típicos murcianos, de esos que hacen leyenda. Vino y mistela, churros con chocolate, rollicos y hasta paparajotes, y no es ningún disparate. El hambre requiere pan de hogaza y companaje de embutido ´de la tierra´. Acompañamos a la Virgen de la Fuensanta a su Santuario. La emoción nos embarga hasta en la distancia: ¡Viva la Virgen!

La vida nos trae y lleva por mil veredas pero todo murciano que se precie sabe de la misa de despedida, los cohetes, el gentío que se arremolina, los personajes y trajes típicos, las peñas huertanas y las flores que se ofrecen a la Virgen y que, pacientemente, reparten los que la llevan en andas.

Si guapa está con todos los mantos, yo me quedo con el de huertana que la acerca más, si es que se puede, a este andar por casa, ese trajín que nos llevamos en ir y dejarnos llevar por la Madre de los murcianos. ¡Guapa, guapa, guapa! ¡Vamos, vamos, vamos! Virgencica de la Fuensanta€ no nos dejes nunca de tu mano.