El soneto al túmulo del rey Felipe II en Sevilla, siempre lo he tenido por una de las muestras de poesía antológica y por uno de los más desgarrados ejemplos de libertad en la poesía.
Voto a Dios que me espanta esta grandeza
y que diera un doblón por describilla;
porque ¿a quién no sorprende y maravilla
esta máquina insigne, esta riqueza?
Una voz crítica, desengañada, penetra a través de los endecasílabos en el ánimo del lector actual:
Por Jesucristo vivo, cada pieza
vale más de un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla!,
Roma triunfante en ánimo y nobleza.
La voz del propio Miguel de Cervantes bajo una doble máscara: la de este soldado guasón que bromea a costa de las vanidades mundanas:
Apostaré que el ánima del muerto
por gozar este sitio hoy ha dejado
la gloria donde vive eternamente.
Y la máscara autoirónica del miles gloriosus, un valentón, que podía ser un resentido y pobre soldado del Tercio, o un Luisillo Bárcenas chulito y retador de la moral pública de hoy en día.
Esto oyó un valentón, y dijo:
«Es cierto cuanto dice voacé, señor soldado.
Y el que dijere lo contrario, miente».
Cervantes utiliza el recurso, bien aprendido en Erasmo Elogio de la locura, bien usado en la primera parte de su Quijote, y genialmente transformado y superado en valor literario y analogía filosófica, en la segunda parte del libro, que expone toda la perplejidad del Barroco. Es aquí, en este soneto con estrambote, tan célebre por su forma, el recurso a usar al malo, al outsider, a la locura o insensatez del bravucón para expresar la verdad moral del poeta, su queja universal y su desengaño ante un país de fantasmas, de monumentos vacíos; se sabe, la Historia lo confirma, que no llegó nunca a enterrarse al monarca Felipe II (muerto en 1598) en esa 'máquina insigne'.
Y luego, incontinente,
caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.
La vanidad no distingue clases sociales ni ideologías, afecta por igual a vivos y a muertos, es común a todos los tiempos y países, aunque suele residir la mayor parte del año en España y en sus reyes.
Ahora que se inicia el curso escolar, os dejo aquí mi lección inaugural.