Últimamente se ha hablado mucho de una herencia, la de Zapatero. Parece que no hayan habido en este país otros difuntos y herederos que, como las meigas, 'haberlas, haylas'.

Toda obra humana es susceptible de mejora, pero también se puede empeorar, en el caso del presidente Zapatero, para nuestra opinión, realizó una primera legislatura impecable; es cierto que tuvo el viento a favor en la cuestión económica, pero con valentía, y mediante pactos con las fuerzas progresistas presentes en el parlamento aprobó una serie de leyes sociales entre las que destaca la de Dependencia, la mejor ley de la democracia, y otras como la del aborto, los matrimonios entre personas del mismo sexo, o la que permite la adopción por parte de parejas homosexuales. Este importantísimo paquete de reformas colocó a nuestro país a la cabeza de los países europeos y del mundo en cuanto a legislación social.

La segunda legislatura ya fue harina de otro costal: la presencia evidente de la crisis económica hizo que tomara medidas desacertadas; la bajada del presupuesto, primero en un 4% del PIB, y después en un 1,5% del PIB, que supuso descensos en salarios de funcionarios y pensiones, unido a la reforma que aprobó con el PP de introducir en la Constitución la moderación del déficit, no creo que sean una 'mala herencia', porque a la vista está que Rajoy, en su caso, habría tomado las mismas medidas de austeridad, o más. Hacen mal en hablar de la herencia recibida; mucho peor será la que recojan quines los sustituya en sus cargos, pero tiempo tendremos para valorar este hecho que se producirá, salvo causa mayor, dentro de dos años y algunos meses.

De momento, sólo tenemos 'tierra quemada', pobreza, y una incipiente pero peligrosa hambruna.

Pero para herencia la que dejará Valcárcel. Si tuviéramos que definirla lo podríamos hacer en una palabra: nada, porque eso es lo que va a quedar cuando nuestro presidente tome las de Villadiego y se marche a las 'europas'. Nos preguntamos cómo le irá la cosa allende nuestras fronteras, pero como no creemos en los milagros, nos atrevemos a aventurar un pronto regreso a su Murcia querida, y un inmerecido retiro dorado.

Nuestro presidente se ha pasado dieciocho años vendiendo humo en forma de macroproyectos que nunca se han ejecutado. Lo único que se le puede apuntar en su haber es un ascenso espectacular del ladrillo, que a muchos les deja una herencia, en forma de hipoteca que nos recuerda la ascensión al mítico Tourmalet, porque no se pagará nunca; pero a otros los ha enriquecido y tienen para mantener, al menos, a sus cuatro próximas generaciones 'pisando sobre moqueta': la teoría de las desigualdades en estado puro. El único problema, no pequeño, es que por el camino quedan más de una decena de alcaldes imputados, entre ellos el de la ciudad capitalina, por las malas prácticas, usos y abusos de la conocida como 'quimera del ladrillo'. La justicia tiene tajo para una temporada.

Con pancartas casi del tamaño de la bandera de Trillo en la madrileña Plaza de Colón -que no se pudo lavar porque no había máquina capaz de hacerlo-, con el slogan de Agua para Todos, sólo con eso, se construyó el mito del Trasvase del Ebro -dio lugar al conocido como 'nacionalismo hidráulico'-, que hasta llegó a inaugurarse, lo que no sabemos es si ha ido alguien a revisar la tubería que se colocó allá por Castellón -creemos-, para ver el lastimoso estado en que se encuentra.

El resto de proyectos, uno tras otro, han ido cayendo como si de un castillo de naipes se tratara, y menos mal que algunos de ellos no se han llevado a la práctica para bien, como por ejemplo la urbanización de Cabo Cope-Puntas de Calnegre.

Pero sí que se han quedado o se van a quedar proyectos en el banquillo. Lo del aeropuerto es paradigmático. Veremos cuándo se abre, si es que se hace algún día, y si no nos cuesta a los murcianos la friolera de doscientos millones de euros del famoso aval.

Lo de la Bahía de Portman ha pasado por numerosos avatares, no se sabe cuántos proyectos de regeneración van ya, pero cuando parecía que había uno definitivo nos hemos despertado y visto que el sueño no era realidad. Ahora nos dicen que hay una empresa que se llevaría el hierro de los estériles a cambio de limpiar la bahía; la rentabilidad de este proceso es, al menos, discutible, por ser un hierro proveniente de piritas, por tanto con azufre, no demasiado aptas para la obtención de hierro -de hecho, se utilizan para la de ácido sulfúrico-.

¿Y del AVE? Habrá que esperar a ver lo que pasa, y si al final llueve al gusto de todos. Pero vendrá sin soterramiento y no por su sitio natural: Albacete.

Para hacer las cosas bien es necesario: primero, el amor, segundo, la técnica.

Antonio Gaudí.