Este jueves, muchos padres, alumnos y profesores acudieron a la huelga en el sector educativo convocada por las asociaciones de padres, de alumnos, los sindicatos CC OO, STES, FETE-UGT y CGT, CEAPA, el Sindicato de Estudiantes y los Movimientos de Renovación Pedagógica, que afectó desde la Educación Infantil hasta la Universidad. Realmente, da gusto ver que la gente se moviliza por la educación, que todos -desde la Educación Infantil hasta la Universidad- estaban unidos por un mismo lema. Aunque, por desgracia, en esta España plural da la sensación de que cada uno corre cuando le toca. Y, mientras no le toca, se queda en casa a ver cómo le toca a los demás.

Hace ya varios años, en otra huelga de la educación convocada por los profesores, no acudieron a dicha convocatoria ni los padres ni los alumnos. Recuerdo que en muchas reuniones informativas donde se daba a conocer a los padres algunos datos sobre cómo la reforma educativa y los recortes iban a afectar a sus hijos, muchos padres decían que aquello no era cierto, que en realidad el profesorado se movilizaba porque le iban a quitar vacaciones, porque le iban a tocar el sueldo y porque le iban a poner más horas de trabajo.

Recuerdo, porque también lo escuché y lo leí, que muchos padres -y conciudadanos que no son padres- criminalizaban a los docentes de la situación de la enseñanza, diciendo en muchos casos que los profesores eran unos vagos. Ahora, dos años después, cuando los padres ven cómo las becas de ayudas de libros se han quedado en los huesos, cuando ven que apenas se otorgan becas de comedor escolar, cuando ven reducidas las ayudas al estudio o al transporte, ahora, repito, los padres se echan a la calle para protestar por los recortes y contra la nueva Ley de Educación. Y, ante esto, me viene una pregunta a la cabeza: ¿se movilizan los padres ahora porque les afecta al bolsillo o, en realidad, es que de repente les preocupa la educación que reciben sus hijos?

Los tiempos de crisis son un perfecto caldo de cultivo para que los Gobiernos se quiten de encima aquello que les estorba. Y la educación pública y gratuita le estorba a muchos Gobiernos. Si bien es cierto que existen dentro de la LOMCE aspectos que considero muy positivos, la aprobación de esta ley va a afectar negativamente a muchos ciudadanos, especialmente a los que menos poder adquisitivo tienen. Y no solo económicamente. La educación es un salvoconducto, es una inversión de futuro.

Comprendo que haya padres a los que les preocupe quedarse sin beca de comedor o sin ayuda de libros, pero también debería preocuparles que sus hijos reciban una educación de calidad que les permita acceder al mundo laboral en las mejores condiciones posibles. Porque, de lo contrario, están comprando para sus hijos la misma situación de miseria que ellos padecen. Cuando nos concienciemos de que hay que volver a valorar la figura del maestro, que debemos exigir a nuestros hijos que sean mejores para tener en un futuro una sociedad más culta, más democrática y más justa, cuando exijamos a los Gobiernos una mayor inversión en materia educativa, a lo mejor entonces la educación por fin merece la pena.